Psicología

El síndrome de la madre triste

Cómo afecta a la crianza crecer con una madre que siempre está decaída

El síndrome de la madre triste
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Una madre triste, si es la figura principal de apego del niño, le contagiará esa tristeza. Es por esto que las madres, cuando tengan algún tipo de tristeza, inseguridad o miedos, deberían consultar a algún experto en psicología.

Hay diversas definiciones sobre qué es la maternidad y todas coinciden en que supone un gran cambio a nivel físico, psicológico y social para la madre, la pareja y la familia. La madre adquiere un nuevo papel que durará toda la vida. Vivirá momentos de alegría y felicidad, y también momentos de preocupación, tensión y estrés. Esta premisa nos sirve tanto para mamás que esperan su primer hijo, como para las que ya han pasado varias veces por dicha experiencia. María Martín Vivar, doctora en psicología en la consulta del doctor Carlos Chiclana lo explica. “La maternidad implica un gran cambio a nivel físico, psicológico y social para la madre, la pareja y la familia. Tener un bebé supone comenzar una etapa llena de alegrías, cambios, sacrificios y felicidad. Es un proceso de adaptación a todos los niveles”.

El niño es el origen y protagonista de todos los cambios- explica la experta. Desde la gestación y el nacimiento, desarrollo y crecimiento van muy ligados a sus padres y a las características del ambiente que les rodea. El vínculo que se forja con su madre, más allá de la alimentación y cuidados imprescindibles durante los primeros meses, será la base fundamental para un crecimiento y desarrollo sanos.

Sin embargo, recalca, “el correcto desarrollo del niño depende, en gran medida, de la salud de la madre. Existen muchas campañas de concienciación sobre la alimentación imprescindible durante y después del embarazo, los ejercicios necesarios para tener el cuerpo en forma o qué análisis son necesarios para vigilar y detectar cualquier problema de salud. Sin embargo, la salud no solo depende del componente físico, sino también del mental. La salud mental de la población general no se vigila de manera habitual y la de las madres, la salud mental perinatal no son una excepción”, alerta la psicóloga.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Todo aquel estado que distancie a una persona de dicha descripción se puede considerar como alteración a nivel mental, explica la psicóloga.

Existen distintas clasificaciones de los diferentes tipos de alteraciones en función de sus características y gravedad. Según la OMS, los más comunes en población general son: trastornos del estado del ánimo, trastornos de la personalidad y trastornos de la alimentación. Todos ocasionan una influencia negativa y por tanto un deterioro en cualquiera de los ámbitos de la persona. Según diversos estudios en España –comenta la doctora Martín-, existe una tendencia a que las mujeres comiencen a mostrar síntomas relacionados con algún tipo de trastorno tras ser madres. Esto puede justificarse por la serie de cambios hormonales, físicos, sociales y ambientales que pueden actuar como factores desencadenantes.

Además, agrega, “las experiencias afectivas existentes en la relación madre-hijo son ingredientes fundamentales en el desarrollo de la personalidad y en el proceso de maduración del niño. Estas experiencias también influyen en el apego del niño”

¿Qué es el apego?

Entendemos por apego al vínculo emocional entre niños y padres. Entre otras muchas características podemos destacar que es el responsable de proporcionar la seguridad suficiente para que se produzca un correcto desarrollo de la personalidad del menor. La generación de este vínculo se basa en la creación de una figura de referencia (o de apego) con la que el bebé se identifica como base segura desde la cual explorar entornos desconocidos.

Tal y como sostiene la experta, “la accesibilidad y capacidad de respuesta de la figura de apego es clave para definir el estado en el que se encuentra el niño. Si la persona que es referente emocional durante su crecimiento, o bien no está presente o en determinados momentos no ofrece la seguridad y confianza suficientes, generará en el niño un estado de inseguridad y ansiedad que marcará, en elevada proporción, su desarrollo presente y futuro”

La presencia de trastornos mentales –prosigue la psicóloga- es uno de los factores de riesgo mayoritarios en esos niños con un estilo de apego no seguro. Las madres con enfermedades mentales pueden tener dificultad para proporcionar los cuidados y apoyos necesarios, llegando a mostrarse negativas y, en ocasiones, incluso llegando a rechazar al niño. Si existe una ausencia repetida de las necesidades emocionales del niño, no se presta la suficiente atención a sus necesidades físicas o existe una dificultad para formar vínculos estables pueden provocarse alteraciones en diferentes aspectos del desarrollo como en los patrones de comunicación, en las relaciones sociales, en la expresión de emociones o en el ritmo de aprendizaje. Y es lógico. Si una madre está triste, deprimida, ansiosa o indefensa, esto influirá en la crianza del niño. Es necesario actuar a tiempo y prevenir que el niño desarrolle un vínculo materno incompleto o desadaptativo. La posibilidad de que aparezca algún tipo de trastorno se incrementa, y con ello aumenta la posibilidad de que en la edad adulta pueda presentar algún problema.

Se han hallado evidencias científicas que establecen que niños que no desarrollan un apego seguro, de adultos muestran mayor tendencia a la inseguridad, presencia de ansiedad, patrones de dependencia y falta de comunicación. Es necesario estar atentos al desarrollo infantil. Es necesario esforzarse por tratar de ayudar a los niños y adolescentes en esta situación. Actuar a tiempo no sólo supone beneficio para los niños afectados si no una labor muy importante de prevención para su futuro como adultos. Ayudar a cualquiera de los progenitores en este tipo de situaciones tiene un doble beneficio, se les ayuda a ellos y a sus hijos. Actuar a tiempo significa, no solo garantizar la felicidad del niño, si no también poder asegurar un correcto desarrollo futuro –sostiene la doctora.

Ser capaces de prevenir la posible aparición de estos síntomas nos da la capacidad de evitar su influencia negativa posterior. De igual forma, y ante la presencia de dichos trastornos, sería muy beneficioso tener de protocolos de actuación definidos y específicos para mitigar al mínimo la influencia negativa que el niño pueda recibir durante esta situación.

Cómo ayudar a un niño si uno de sus padres padece un trastorno mental:

-A su alrededor hay otras personas que pueden ayudar, ofreciendo cariño y seguridad al niño.

-Afianzar el cariño expresado, la seguridad, la confianza.

-Explicar la enfermedad y la influencia que tiene en la relación madre-hijo acorde con la edad del menor. Pedir ayuda a un profesional que esté disponible para solucionar cualquier tipo de duda y acompañar haciendo soporte.

-Trabajar la identificación de sentimientos y forma de expresarlos. Aprender a cuidarse a uno mismo para poder ofrecer lo mejor al otro.

-Adaptar y alinear el ambiente familiar y escolar con la situación real, identificando puntos de apoyo y contando con una red de calidad.

-Entender que las peticiones de ayuda de los niños y adolescentes no siempre son iguales que las de los adultos (rabietas, conductas negativas, violentas).

-Acudir y buscar la ayuda de un especialista. Es bueno trabajar coordinados para que el niño pueda expresarse y trabajar sus emociones.

La doctora en psicología concluye que “ser madre y presentar síntomas de enfermedad mental es más frecuente de lo que pensamos y no significa que sea grave, que lo hagas todo mal, que no haya solución o que “hayas estropeado” el futuro de tus hijos. Todo lo contrario. Como madre es natural buscar lo mejor para tus hijos, su bienestar, salud, confianza, seguridad, felicidad, adaptación y que todo lo que les rodee a ellos y a la familia sea positivo” Y recomienda encarecidamente que “si se detecta algún síntoma que haga dudar, hay que comentarlo. Con tu pareja, con tu familia, con tu médico de cabecera o con un especialista. Fomentar y alimentar el autocuidado provoca sentirse bien. Genera un beneficio doble cuando eres madre, primero para ti, como persona, y segundo para tus hijos por todo lo que tu salud significa para ellos.