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La columna de Carla de la Lá

Me duele Facebook

La columna de Carla de La Lá

Me duele Facebook
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Me aterra el momento en el que mis hijos crezcan y socialicen en las redes sociales, entregadas al dogma, a la certeza... donde no hay escala de grises y todo el mundo ama u odia como maniacos, como zombis, como en los Péplum de Charlton Heston.

Para tener una ideología política vehemente, amigos, hay que ser cerrado, sí, e infantil. Para vivir una ideología política con pasión hace falta ser intolerante. Al relativizar, si desdramatizamos, si tenemos humor_y amor, ¿eh?_si pensamos con madurez y compasión (un cerebro sin compasión es un cerebro ignorante) no podemos dejar de ver y asumir las fisuras que hay en todo. ¡Es agotador! E imposible enterarse de nada en nuestras redes sociales entregadas al dogma, a la certeza... donde no hay escala de grises y todo el mundo ama u odia como en los Péplum de Charlton Heston, a ciegas...

Unamuno decía “Me duele España” pero el mundo físico no alberga, ni mucho menos, tanta violencia como se manifiesta en el mundo digital. Adoro las luminosas calles de Madrid, rebosantes de simpática indiferencia, ternura y humor, o yo lo siento así cuando camino por esta ciudad prudente, experimentada, para luego espantarme presenciando, más bien leyendo en redes, las manifestaciones de odio más ridículas (el odio es innecesario y grotesco).

Qué agresiva acaba resultando la gente que se toma demasiado en serio a sí misma, esa que no es capaz de separar entre la realidad y sus propias heridas psicológicas, y superarlas, la gente que se deja colonizar, la gente intelectualmente dócil...

En serio.

Imaginen que en vez de echar balones fuera y tirar de la ira, la rabia, el narcisismo compensatorio y la superioridad moral (también compensatoria) desorganizadamente, cada uno de nosotros colgara en su muro los aspectos intimísimos, biográficos, afectivos...que realmente le han dañado y mortificado en su vida, aquellos hechos que duelen aún desde su escondrijo......Imaginen una gran terapia digital, como una hoguera, como una catarsis...¡Arte Moderno!

El odio es la peor de las bajas pasiones porque mana directamente de la ignorancia y pone de manifiesto dos características del sujeto odiador:

La primera: que es un majadero, pero no un majadero por usar la palabra majadero (que me encanta); un majadero como el que monta un poyo en la cola del supermercado, como el que le pisa el fregao a la portera sin mirar atrás, como el que se pelea con el camarero que le sirve el desayuno a las 8 de la mañana, porque en realidad se pelea consigo mismo incluso mientras duerme. Piénsenlo, amigos odiadores, y observen esta sencilla pauta: cuando sientan que rabian desmedida, coléricamente, cuando aparezca la furia y sientan la necesidad de proyectarla e insultar... la mayor parte de las veces, si no todas, son ustedes (nosotros) enfadados consigo mismos.

Y la segunda: que es ingenuo, pero no con la hermosa ingenuidad de Julieta Capuleto, sino con la ingenuidad del inmaduro, del alma elemental que divide el mundo en dos grupos: nosotros, poseedores de la verdad absoluta y los demás, mentirosos, chupasangres e ímprobos vasallos de los poderes en la sombra.

A mí, es que, me maravilla antropológica, social y psicológicamente lo demócratas que son algunos al mismo tiempo que revientan de cólera, resentimiento y furor hacia los que no piensan igual. Y esos enfados desorejados, histriónicos que manifiestan unos cuantos, hasta desnudarse, hasta el insulto, la injuria_ ¿Llegarían a la violencia física si pudieran? Me alucina que la política y la economía sean tan troncales en la estabilidad y estado de ánimo de muchos sin haber experimentado nunca una hambruna o una guerra, que es de dónde la gente sale con ese tipo de traumas, fanatismos, radicalismos, intransigencias, obstinaciones...etc., en cuyo caso, sería normal.

Ay instinto gregario desaforado... gente que no ve más allá de su evolución personal...puff...gente sedienta de afecto y de poesía, gente peligrosamente emocional...

Hay una cosa fascinante en la España de ahora mismo y es la ceguera, la pérdida de autonomía intelectual, el sectarismo, la melonez... Y toda esta presunción se exhibe alegremente en la más exitosa EXPO UNIVERSAL de todos los tiempos: Facebook.

No falla, en enero le preguntaré a un votante del PP: ¿Llevaste a tus hijos a la cabalgata?

“Sí, qué horror, qué vergüenza, qué desastre, qué falta de respeto a los creyentes, qué supina cutrez y qué sucia estaba la cuidad... por no hablar del frío que pasamos por culpa de Carmena, que seguro que quitó la calefacción, para dársela a los estalinistas y acabar con la democracia”.

También interrogaré a un votante de Podemos: ¿Llevaste a tus hijos a la cabalgata?

“Oh sí, qué gozo, la cabalgata más bonita que he visto nunca, la más moderna, sin animales, pobrecitos, que son personas animalísticas; un maravilloso espectáculo para el corazón, con pluralidad, por ejemplo, había un negro de verdad y se le permitió cantar y mostrar su cultura diversa a los niños... y a los ricos y aristócratas, que son unos asesinos y unos ladrones, les quitaron sus asientos preferentes para dárselos a los niños inválidos...”

Señores, yo no digo que tengamos que ser 100% objetivos, que eso es una cursilada pero, por favor, ¿No les escama ni un poquito describir la realidad de una forma tan irremediablemente distinta los unos de los otros y siempre de acuerdo a los intereses de uno u otro partido?

¿Creen que les van a dar un chicle? ¿No se sienten como niños? ¿Como siervos? ¡Qué poco pundonor!

¡Qué necesidad de integración más salvaje! Y lo más importante ¿No se aburren? Porque, amigos, “ser político” ya es un sesgo pero ¿ser hincha, fan de político? Explíquenmelo por favor.

Cuidemos la rabia, que la rabia es mentirosa y nunca procede de donde uno cree...

A la rabia, hay que conocerla, como el que tiene un perro malo y domesticarla para que se atempere y no se arroje contra los demás.

Por otra parte, sé que el mundo se mueve, al ritmo de las certezas y de los que luchan por ellas con emoción, impulsividad y energía juvenil, no crean que se me escapa... Sin embargo ¿hacia dónde se mueve?

Yo sólo tengo una certeza (después de Dios) y es que a partir de los 35 es mejor maquillarse un poco.