
Familia
El "Síndrome del niño de oro": Cómo el favoritismo parental crea dinámicas familiares tóxicas
Lejos de ser una ventaja, este trato preferencial puede ocasionar graves problemas emocionales y psicológicos a largo plazo

Las dinámicas familiares tienen un impacto duradero en la vida de los individuos, especialmente cuando se cultivan patrones poco saludables. Uno de estos patrones es el síndrome del niño de oro, un fenómeno en el que un hijo es constantemente favorecido y alabado por sus padres. Lejos de ser una ventaja, este trato preferencial puede ocasionar graves problemas emocionales y psicológicos a largo plazo.
¿Qué es el síndrome del niño de oro y cómo afecta a la familia?
El síndrome del niño de oro surge cuando un hijo es sobrevalorado por sus padres, lo que no solo afecta al niño en cuestión, sino también a sus hermanos y a toda la dinámica familiar. Según la terapeuta Becca Reed, especializada en salud mental perinatal y traumas, los niños que experimentan este fenómeno suelen interiorizar la idea de que el amor y la aceptación dependen de cumplir con las expectativas familiares. Este fenómeno puede generar una necesidad constante de validación, perfeccionismo extremo y una presión enorme por sobresalir en todos los aspectos de la vida.
A medida que estos niños crecen, los problemas se agravan. Muchos desarrollan ansiedad crónica, dificultades en sus relaciones personales y enfrentan una crisis de identidad.
Los efectos emocionales y psicológicos del favoritismo parental
Aunque el síndrome del niño de orono está reconocido como un trastorno oficial en el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), muchos adultos afirman haber experimentado situaciones similares. Según la psicoterapeuta Rachel Goldberg, el favoritismo desmesurado de los padres puede crear resentimientos entre los hermanos y distorsionar la visión de la realidad del niño favorecido. Esto a menudo se refleja en una competencia destructiva entre los hermanos, lo que deteriora las relaciones familiares a largo plazo.
Los signos más comunes de este síndrome incluyen el reconocimiento excesivo de los logros del hijo favorecido, mientras que los logros de los demás hijos son minimizados. Esta preferencia puede llevar a los niños a sentirse como portadores de los sueños no realizados de sus padres, lo que les obliga a seguir un camino que no siempre coincide con sus propios deseos y aspiraciones.
El impacto en la autoestima y las relaciones personales
El síndrome del niño de oro también puede generar una sensación de derecho adquirido. Al crecer en un ambiente que valida constantemente su éxito, el niño favorecido desarrolla la expectativa de ser tratado con la misma deferencia por los demás. Sin embargo, al enfrentarse a la realidad, estos niños suelen experimentar frustraciones y dificultades para aceptar el rechazo o la crítica.
Esta crianza excesivamente centrada en los logros también puede causar problemas de autoestima. Como destaca Becca Reed, los niños que crecen en este entorno aprenden que su valor depende de la validación externa, lo que les hace más vulnerables al fracaso emocional y a la falta de autoconocimiento. Esto puede dificultar su capacidad para formar relaciones saludables y desarrollar una identidad propia.
Cómo romper con el ciclo del síndrome del niño de oro
Para quienes están atrapados en este patrón, los expertos sugieren trabajar en la autoestima y crear un entorno familiar donde el amor no dependa de los logros. La terapia, centrada en el autoconocimiento y el establecimiento de límites saludables, puede ser una herramienta clave para revertir los efectos negativos de esta dinámica familiar.
En resumen, el síndrome del niño de oro no es un privilegio, sino un patrón tóxico que puede tener consecuencias profundas en el bienestar emocional de los individuos afectados. Es esencial reconocer las señales de este fenómeno para poder intervenir y sanar las relaciones familiares.
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