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El fascinante pueblo de Galicia en el que podrás comer encima del mar

Esta península de mariscos, leyendas y atardeceres enamora al visitante desde el primer vistazo

Complejo intermareal Umia-O Grove.
Complejo intermareal Umia-O Grove. Turismo de Galicia

El mar murmura su vieja canción en O Grove, un lugar en el que la tierra se adentra en el Atlántico como queriendo abrazar la delgada línea del horizonte. En este rincón de las Rías Baixas, todo parece estar más cerca del océano: las casas, las barcas, los sueños… y la mesa. Aquí se come pegado al agua, con los pies casi en la arena y el alma encendida por el olor a pulpo, a navajas, a mariscos que cruje al abrirse.

A fin de cuentas, O Grove (Pontevedra) es un pueblo que se vive con los sentidos. El murmullo de las gaviotas sobre el puerto, el salitre pegado a las fachadas, la mirada sobre la ría o en los montes de la isla de A Toxa. Su historia, forjada entre remos y redes, retrotrae a tiempos más antiguas, de romanos, como atestiguan los restos del Adro Vello, donde el pasado se mezcla con leyendas de templos, necrópolis y salazones.

Pero si algo define a este pueblo son sus gentes, los mecos, marineros y mariscadoras que han aprendido a dialogar con la marea. Durante décadas vivieron del mar y de la emigración. Hasta que, en los años 60, idearon una fiesta para retener a los visitantes más allá del verano: la Festa do Marisco, hoy una cita internacional que cada octubre convierte al puerto en un festín en el que las almejas, las zamburiñas y el vino albariño son los únicos protagonistas.

Playa Farruco (O Grove).
Playa Farruco (O Grove). Turismo de Galicia

La belleza de O Grove se despliega sin artificios. La playa de A Lanzada, salvaje y luminosa, abre la península con un paseo de arena fina y olas suaves. Más allá, calas escondidas como Area da Cruz o Con Negro susurran al viajero que se detenga, que respire. En lo alto, el mirador de A Siradella regala una de las vistas más hermosas de Galicia: el istmo, la ría, las islas Atlánticas… Y al fondo, el sol sobre las aguas.

A Toxa y la comida

La isla de A Toxa, unida por un puente centenario, es otro de los secretos del lugar. Con su capilla revestida de conchas de vieira y su aire de balneario nostálgico, representa el lado más elegante de O Grove. Hoteles con spa, paseos entre camelias, un casino con historia… todo invita a la calma y al disfrute.

Y luego está la comida, claro. Porque en O Grove el mar se mira, sí, pero también se saborea. Aquí cada restaurante es un puerto y cada plato una diminuta travesía.

Quien busque alta cocina encontrará en Culler de Pau, del chef Javier Olleros, una experiencia que ha conquistado dos estrellas Michelin y una estrella verde por su cocina sostenible y emocional.

Isla de A Toxa.
Isla de A Toxa. Turismo de Galicia

Pero el pueblo también ofrece placeres más cercanos: en O Chiringuito, junto al puerto, se pueden comer mejillones o berberechos mientras se ven llegar las barcas. En D’Berto, el marisco destaca por su tamaño y sabor, sin más adorno que el fuego y la sal.

Beiramar prepara un arroz con bogavante que resume la esencia de la ría. Y las tabernas como A Solaina u O Peirao son refugios donde el tiempo se detiene, y donde el albariño acompaña las tapas de pulpo, de empanada o de percebes.

De este modo, O Grove no necesita gritar para resultar inolvidable. Le basta con mostrar tal y como es: el puerto al amanecer, las redes secándose al sol, las lonjas repletas de centollas, los paseos de madera de Pedras Negras fundiéndose con el mar. Todo está dispuesto para que quien llegue de visita se quede para siempre, aunque sea sólo en el recuerdo.