Fraude de hidrocarburos de Aldama

Polémica
El Real Madrid de Xabi Alonso se enfrenta a una situación inédita en su historia reciente: apenas 40 días de parón veraniego entre un partido oficial y otro. Un lapso escaso, tan corto, que nunca se había visto, ni siquiera en la extraña temporada de pandemia y que, como no podía ser de otro modo, ha encendido la mecha de un nuevo conflicto en el fútbol español.
El próximo compromiso está fijado para el 19 de agosto, cuando el Real Madrid se enfrente a Osasuna, en el Santiago Bernabéu, en la primera jornada de LaLiga. Aunque el regreso a los entrenamientos está previsto para el 4 de agosto, cumpliendo con las tres semanas mínimas de descanso que garantiza la ley para los futbolistas, el margen de preparación real para el curso que se avecina será mínimo.
Y mientras otros clubes ya han iniciado sus sesiones físicas, pruebas médicas, giras y partidos de pretemporada, el Real Madrid casi acaba de comenzar sus vacaciones y, cuando vuelva, apenas podrá prepararse física y tácticamente antes de estrenarse en LaLiga. Xabi quiere tiempo para cambiar la mentalidad y la forma del equipo. Y para eso necesita entrenamientos con los futbolistas, ensayar juntos y transmitir los mecanismos de un entrenador mucho más intervencionista de lo que estaban acostumbrados los jugadores blancos.
Esta diferencia de tiempos ha encendido las alarmas en Valdebebas, donde se temen lesiones musculares, fatiga temprana y un arranque de temporada condicionado por el desgaste acumulado. Y es que, después, cuando la temporada se ponga en marcha, no habrá tiempo apenas para corregir. Los partidos entre semana se multiplican y cuando no se juegan es porque los futbolistas viajan con sus selecciones nacionales.
Por eso, desde el club blanco se planteó una solución lógica: pedir el aplazamiento del partido contra Osasuna. No se trataba de una medida improvisada ni unilateral; el club navarro estaba de acuerdo y también lo estaba la Federación Española de Fútbol, parte integrante de la FIFA, organizadora del Mundial de Clubes. Y, por supuesto, la AFE, el sindicato de jugadores.
Pero es un asunto que no se puede leer de manera deportiva o en términos de cansancio. Es un asunto político. Por eso, donde había comprensión, surgió un muro: LaLiga. Su presidente, Javier Tebas, ha sido tajante desde el primer momento. Cada vez que se le consulta, su respuesta es la misma: que el Madrid tiene plantilla de sobra para afrontar ese partido sin problemas, que los días de descanso y de pretemporada son suficientes y que si el PSG, finalista del mismo Mundial de Clubes y que terminó más tarde su participación no ha pedido un aplazamiento en Francia, el Madrid tampoco debería hacerlo en España.
De fondo, la Superliga y la necesidad de LaLiga y, de paso, de la UEFA, de sentirse fuertes ante la amenaza que supone el Mundial de Clubes para la Champions y para las Ligas.
Con las posturas completamente enfrentadas, el asunto ha terminado en los despachos. El juez único de Competición de la Federación Española será quien tenga la última palabra. Así lo confirmó Rafael Louzán, presidente de la Federación, cuando le preguntaron hace unos días. «Se ha trasladado al Juez de Competición, donde ha pedido el Real Madrid que lo traslade, y por tanto está en manos del Juez de Competición y de las partes a las cuales hemos dado audiencia implicadas. Desde el propio Real Madrid, a Osasuna, AFE y LaLiga. Con lo cual todas las partes van a poder participar y trasladar los comentarios y sugerencias a esa decisión», decía sin querer implicarse más en un asunto que no tiene más salida que la decisión del Juez.
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