Gente

Iker Jiménez, el otro gurú del virus: «Hubo campañas en mi contra porque pensaban que me estaba convirtiendo en un peligro»

El periodista alertó de la castástrofe sanitaria que se avecinaba en españa antes de que llegara. Y el día 9 de marzo decidió encerrarse en su casa

Iker Jimenez
Iker JimenezLa RazónLa Razón

A Iker Jiménez no le asustan los misterios, los investiga, analiza y saca conclusiones. Y eso es lo que ha hecho con el coronavirus, indagar en sus orígenes para buscar respuestas. El periodista y su equipo, entre los que hay importantes médicos y científicos, estaban inmersos en un reportaje sobre una extraña intoxicación ocurrida hace tiempo en España cuando comenzaron a llegar desde China las primeras noticias del llamado Covid-19.

Pudo ser una premonición, pero el comunicador se adelantó al devenir de los acontecimientos avisando de la catástrofe sanitaria que se nos venía encima. Tres semanas antes de que el Gobierno declarara el estado de alarma, Iker Jiménez, por recomendación de doctores de su confianza, pidió a sus padres que no salieran a la calle para nada, y el 9 de marzo decidía encerrarse en su domicilio con su esposa Carmen y su hija Alma.

Cinco días después, el 14, comenzaba el confinamiento en toda España. Su programa «Cuarto Milenio» ha visto paralizadas sus grabaciones tras quince años de emisión, pero Iker y su mujer y colaboradora, Carmen Porter, han sabido reinventarse y realizan dos programas en su propio canal de youtube, el Canal Iker Jiménez, en el que se emiten «Milenio Live» y «La estirpe de los libres», y el coronavirus, lógicamente, ocupa un lugar esencial en sus temáticas.

Las conclusiones de Iker en relación con la pandemia, todas documentadas e investigadas, no obstante, están levantando una enorme polémica, y aclara en exclusiva para LA RAZÓN su actitud ante la crisis y las conjeturas que le convierten en uno de los personajes más buscados por los medios de comunicación. Setenta peticiones de entrevistas le esperan. Nosotros nos hemos adelantado a todas.

–Le han llamado visionario de extrema derecha… ¿Le molesta?

–Me causa risa. Usted me conoce desde hace más de veinticinco años, nunca alardeo de tener la razón, y mis informaciones están avaladas por especialistas. No es Iker el que las suelta porque sí, sino como producto de investigaciones en las que intervienen expertos en cada materia. Será que a alguien no le interesa que contemos temas determinados, aunque tengamos pruebas… Lo que más importa no es lo que contamos, sino los hechos en sí.

–Pues hay quienes se han enfadado bastante con sus «predicciones» sobre lo que teníamos encima.

–Hablan despectivamente de visionarios, cuando lo que hemos hecho es no mirar, como otros, hacia otro lado al vislumbrar la crisis. Y recibimos todos los días mensajes y cartas de personas y residencias de ancianos que, tras ver lo que contamos en el programa, ya en febrero, nos dicen que tomaron medidas ante de que se dictara el confinamiento. Y nos dan las gracias, Me siento orgulloso de que, con nuestra actitud, pudiéramos ayudarles. Porque estamos ante la mayor tragedia en España tras la ocasionada por la Guerra Civil, y parece que no se quieren enterar. Al principio, muchos Gobiernos y medios de comunicación se lo tomaron a guasa… La conspiración es de los que adoptaron ese comportamiento insensato y absurdo.

–¿Cómo valora la respuesta del Gobierno español ante la pandemia?

–Viendo lo visto, creo que estamos ante una gran tragedia, y no envidio la posición de nuestros gobernantes, están en una situación bastante difícil y piensan que es algo que no se supo prever.

Jiménez recuerda que «fuimos los primeros en enseñar las imágenes del interior del laboratorio de Wuhan donde comenzó todo…»

–¿Qué opina de la tesis de que pudo ser un virus creado artificialmente?

–Más que eso, que me parece extraño, creo que pudo existir un escape en el mismo laboratorio. Allí investigan virus que producen dentro del cuerpo la especie de murciélagos de herradura, pero aún no sabemos si hubo ese escape. El laboratorio se encuentra a menos de trescientos metros del mercado donde se dieron los primeros casos de contagio. He barajado todas las hipótesis, desde las que, como piensa el Nobel Luc Montagner, apuesta porque el virus es artificial, de diseño, hasta la de que es una pandemia natural. Mi impresión es que, accidental o no, existió ese escape y que el origen de todo está en el laboratorio y no en el mercado.

–¿Cuándo se decanta por esta hipótesis?

–Cuando ví lo que tenían en ese laboratorio de verdad, gracias a las imágenes y a lo que nos contaron personas que trabajan o habían trabajado en esa instalación, en la que tienen seiscientos murciélagos de herradura, experimentando con ellos y con coronavirus, y los conservan en unos cajas que están en contacto con los trabajadores. Cualquiera podría contagiarse y transmitir después el virus en el mercado. Me enteré de los nombres de los dos doctores que fueron mordidos por uno de esos murciélagos que estaban siendo experimentados, hicieron cuarentena voluntaria en noviembre de 2019, pero quién nos dice que uno de esos investigadores, quizá por falta de higiene, no pudo ser el que contagiara a más personas. Y el mercado era una basura, un asco… Y, mira por dónde, al lado de ese mercado está el hospital en el que ingresaron a los primeros infectados. Se recogieron quinientas y pico muestras y treinta y tres dieron positivas por el virus.

–¿Se ha descubierto al paciente cero?

–A día de hoy no se puede asegurar la identidad de ese paciente ni del huésped. Pero puede ser, perfectamente, un trabajador del laboratorio…

–¿Y la posibilidad, ya especulada, de un contagio al ingerir sopa de murciélago o por transmisión de un mosquito?

–Nada. El virus no se transmite por ingesta digestiva, sino por el sistema respiratorio.

–Otra conjetura sobre el contagio conduce a los recolectores de guano…

–Los excrementos del murciélago se convierten en fertilizante, y el vapor del guano es lo más vírico que uno puede imaginarse. En China tienen sospechas de que a noventa kilómetros de Wuhan hay unas cuevas en las que hay millones de estos murciélagos, y dejan unas capas de excrementos brutales, que se recogen con cubos para convertirlas en fertilizante. Y creen que, volviendo al paciente cero, podría ser un hombre de cincuenta y cinco años que se contaminó a principios del pasado diciembre.

–Dicen que el Gobierno chino podría estar ocultando datos.

–Como todos los Gobiernos, es opaco cuando le interesa. Y hay otras naciones que les han pedido los informes de la gran clave, y están teniendo muchos problemas porque el asunto no es nada claro. Donald Trump ofrece como solución a la enfermedad que nos inyectemos desinfectante… No me creo que dijera eso en concreto… Hay mucha desinformación.

–¿Piensa que el final de la pandemia no está lejos?

–Esa es mi esperanza. Lo que no comprendo es cómo en China hubo cinco mil muertos y aquí ya vamos por los veinticinco mil. ¿Qué ha pasado? Dos meses antes del confinamiento, las perspectivas ya eran demasiado alarmantes, y no se actuó…

–¿La desescalada ofrece medidas convincentes?

–Soy un poco desconfiado… porque, qué certeza tengo yo de que se están haciendo las cosas bien. Existe la posibilidad de que sea la propia naturaleza la que vaya borrando el virus. Todos tenemos muchas ganas de dejar esta crisis atrás, aunque el «venga ya, todos a la calle», todavía me parece un riesgo.

–Van a seguir tachándole de «gurú» o visionario.

–No soy ni una cosa ni la otra. Me amparo en las recomendaciones que me aportan grandes especialistas médicos y científicos que no ven claras las medidas para romper el confinamiento.

–¿Son quienes le recomendaron que se encerrara en casa cuando aún no se había ordenado ese confinamiento?

–Claro. Porque veían venir lo que otros no acertaron a presagiar. Y no se equivocaron.

–A lo mejor molesta que ustedes se anticiparan dejando en evidencia a los de arriba.

–No se imagina la persecución que he sufrido a través de las redes sociales y de ciertos medios de comunicación, ha sido espantoso. Hablé con mi abogado y me recomendó que diéramos un «toque» en determinadas direcciones, porque estaban traspasando los límites. Hubo campañas en mi contra muy bien orquestadas porque pensaban que me estaba convirtiendo en un peligro por contar ciertas verdades.

–Y porque le consideran un contador de misterios, sin entender que abarca temas de todo tipo con la misma seriedad que cuando habla de hechos paranormales.

–Efectivamente, así es. Me tomo con la misma seriedad todo lo que hago. Les hemos dejado en evidencia y quieren ridiculizarme, sin darse cuenta de que tengo detrás un equipo de expertos de máximo nivel. La experiencia que he vivido con esas criticas me resulta deprimente. Qué triste. Pero aquí seguimos, y aguantaremos.