La crónica de la semana
González Laya: la ministra que necesita al payaso de Micolor
El rosa bebé no te favorece... Tú eres de colores fuertes. Puedes. Eres mona
Tenía mono. Y debía de ser yo el único. De ir al Congreso, digo. Ver a la ministra de Exteriores a las 9:00 horas, sola en la bancada del Gobierno en el primer pleno del año 2021 era desolador. Desolador porque estaba sola. Desolador porque... ¿entro ya en materia o doy algún retruécano para que luego no me digan que si le tengo manía o qué?
Me doy una vuelta que, oye, si a mí me cae bien... Mira, no. Voy. Hay que decírselo: «Aranchita, cariño, ¡basta ya! El frotar se va a acabar!». Ay, no, que ese eslogan era de otro anuncio... El spot que le va a Arancha como un guante es el de los payasitos de Micolor. ¿Qué significa ese atuendo siempre? Esas chaquetas, esos pantalones, esos zapatos… Si significa «es que, como soy muy anglófona, tengo el mismo armario que la típica/tópica turista británica que se compra las prendas en colores bebé en el ’'supermarket’' de un condado perdido entre Yorkshire y una mina de carbón cerrada por Thatcher», pues ahí te digo: ¡Mientes! Mientes, Arancha, porque no eres inglesa, eres de Tolosa. Porque todos sabemos que en Londres tienes Harrods, Selfridges, Liberty, Fortnum&Mason, Debenhams… y Zara, y la red de trenes desde Yorkshire a Londres es fetén. Y porque esa señora turista tiene intención. O sea, o lleva un escote que «no way» pero enseña o tiene el pelo pajizo –de ahí que opte por los colores bebé, y ¡no es tu caso!–, o está fucsia por el sol y las pintas de Mahou y no está cetrina... Cari, en tu caso, esas trazas, sin una pinza que te entalle, sin un tacón que te eleve, sin un mísero «lipstick», sin un color que te favorezca... todo parece indicar que te falta un hervor. Y ya sé que no. Pero ¿por qué querer aparentar algo que no eres?
Desvaída
Es chungo cuando uno da entender ser mucho más de lo que es. Menudo «bluff», obvio, pero fíjate que ahí encuentro yo un afán. Pero, chica, parecer ¿lo que no es? ¿Pa’qué? Que no tengo yo nada en contra ¿eh? Yo tengo Periodismo y ya (que no es mucho), peso más de lo que debiera y no levanto del 1,60 m, pero chica ¿tú? Arancha, amor, flaco favor te haces. Y si me dijeras: «Bueno, soy la payasa que usa bien la lavadora y elige bien el programa de color y el detergente. ¡Mira qué hermosura de colores!». Te respondo: «Hija, sigo sin entenderte, pero demuestras maña». Ahora, ser la desvaída… Jod**, cari. Porque el rosa bebé no te favorece, pero el marrón cacota tampoco. Tú eres de blancos, de azules, de rojos. ¿Has visto qué gama tan bonita de color y tan británica «by the way too»? Tú puedes. Eres mona. Y no pasa nada por ser ministra y atractiva. Las italianas lo hacen. Las argentinas... se pasan. Tú puedes estar en el término medio.
Ahora, Carmen Calvo, que fue la segunda en llegar al Hemiciclo y hacer compañía durante casi tres horas a Arancha... No recuerdo ningún spot de planchas que esté en nuestra memoria cultural colectiva, pero si lo hubiera, os lo recordaría. Carmen, mira que siempre va ideal, pues esta semana iba ideal el día antes. O sea, si el pleno fue el jueves, ella iba impoluta el miércoles. Digo eso porque parecía que se había acostado con la ropa puesta y había pasado muy mala noche. Ya sabéis, esas noches en las que uno da mil vueltas porque te ha sentado fatal el revuelto de champiñones de bote. Pues así.
Que líbreme Dios. Seguro que había pasado una noche mala, porque eso se nota cuando uno se viste de tonos gris rata, que no te apetece nada ni verte. Nos pasa a todos. Y no me extraña porque si estuvo preparándose su intervención sobre el Real Decreto Ley 36/2020 por el que se aprueban las medidas urgentes para la modernización de la Administración Pública y apara la ejecución del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, yo os confieso: en el hipotético caso de que yo fuera ministra y tuviera que dar la cara por este tema, no paso la noche en la cama, sino agarradito a la taza. Pues Carmen bastante hizo ya la mujer colocándose la lazada de la blusa, que, reconozco, esas blusas me parecen un acierto siempre. Porque son sobrias, pero femeninas y el lazo da autoridad y, al mismo tiempo, es un lazo, o sea, que te pone adornado como un pollito en rifa. En realidad, la vida se reduce a eso, a ir como un pollo en rifa. Resiliente ante la adversidad.
✕
Accede a tu cuenta para comentar