Crónica

Carmen Lomana: “En España hay que explicar por qué te compras un vestido de 6.000 euros y no un Ferrari”

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De todos los actos institucionales, sin duda ninguna, para mí son los Premios Princesa de Asturias los más emotivos y bonitos por muchos motivos; se premia la excelencia, la ejemplaridad, la grandeza de las personas, su ética, su creatividad, la fuerza del talento y de la inteligencia al servicio de los seres humanos para abrir nuestra mente hacia la cultura y nuevos horizontes. Intentando mejorar nuestras vidas. Esta ceremonia produce siempre emoción, mueve nuestros sentimientos de gratitud en una sociedad donde la ética y la ejemplaridad parecen diluirse.

Cada año ver a la primera institución del Estado, nuestro Rey, y a su familia es una alegría y orgullo, hemos visto crecer a las Infantas percibiendo en los últimos meses la gran transformación de Leonor Princesa de Asturias. Cuando el jueves apareció para presidir por primera vez con sus padres el Concierto en el Auditorio de Oviedo nos sorprendió cómo había dejado atrás su aspecto aniñado para convertirse en una preciosa adolescente vestida divinamente de rosa fucsia y zapatos altos de tacón, incluso su actitud es más decidida y segura. El viernes a mediodía, en el Hotel Reconquista recibiendo a los invitados con sus padres y su hermana Sofía, llevaba un vestido de Miu Miu azul que le quedaba como un guante y para mí lo más gracioso fue darme cuenta de que me lo había «copiado» (es broma) pues, casualidad, tengo el mismo en color rosa.

Como pueden imaginar, voy a entregar esta crónica antes de sentarme ante el televisor para ver la entrega de premios que comentare otro día. Nunca olvidaré los años en los que estuve como invitada, sentada en el patio de butacas de ese teatro Campoamor que tanto quiero. En él, vi junto a mis padres mis primeras Óperas que coincidían en septiembre durante la temporada lírica. Vivir el acto de la entrega de premios desde que se sale del Hotel Reconquista, después de haber almorzado con los Reyes e invitados, hasta llegar al teatro es de lo más grande y emocionante que recuerdo en mi vida, teniendo en cuenta mi vínculo con Asturias y el amor que profeso a esa tierra. Oviedo se engalana llenándose de grupos folclóricos y gaitas, los ciudadanos se echan a la calle para disfrutar ese gran día y vitorear a sus Reyes y a todos los invitados que les acompañan. Lo bonito es hacer ese camino a pie para que los ovetenses puedan ver y disfrutar de los personajes invitados y premiados vitoreándoles y mostrando su cariño y gratitud.

Cuando yo hice ese recorrido no era alguien conocido a nivel mediático, sin embargo, me sentí querida y piropeada al máximo, al punto de no dar crédito a tanta generosidad emocional de la ciudad y sus gentes. Recuerdo que mi primera vez llevaba un traje de chaqueta de Georges Rech tipo lencero negro con varios collares de perlas y una pequeña chaqueta. Cuando llegué al teatro tuve la sensación de estar viviendo un momento histórico, todos en pie recibiendo a nuestros Reyes y a la banda de Gaitas de la Ciudad de Oviedo tocando de una forma muy marcial nuestro querido himno «Asturias patria querida», y en ese momento yo me rompo, la piel de gallina y las lágrimas salen sin poder reprimir la alegría y la emoción.

Si tienen la oportunidad, no dejen de vivir en Oviedo ese día tan único.