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Polémica

El escándalo que Isabel II nunca llegó a leer

Un correo filtrado entre el príncipe Andrés y Jeffrey Epstein reabre las heridas más oscuras de la monarquía británica

Jeffrey Epstein, el magnate que se vio implicado en una larga trama que incluía menores y que salpicó al príncipe Andrés Uma SanghviAP

Ni siquiera en sus últimos años, cuando su figura se había convertido en sinónimo de estabilidad y compostura, Isabel II habría podido imaginar el calibre del escándalo que ahora sacude a la Casa de Windsor. A pocos meses de cumplirse cinco años de su fallecimiento, la prensa británica ha revelado la existencia de un correo electrónico entre su hijo, el príncipe Andrés, y el financiero estadounidense Jeffrey Epstein, condenado por tráfico sexual de menores, que desmiente por completo la versión oficial del duque de York.

El mensaje, fechado en 2011 -solo un día después de que se filtrara la infame fotografía de Andrés con Virginia Giuffre y Epstein-, ha sido obtenido por The Sun y Daily Mail. En él, el hijo de la reina escribe: "Estoy igual de preocupado por ti. No te preocupes por mí. Parece que estamos juntos en esto y tendremos que superarlo. Si no, mantente en contacto y pronto volveremos a jugar". Una frase que no solo revela una complicidad inquietante, sino que también contradice su declaración pública en la célebre entrevista con la BBC, donde aseguró haber cortado toda relación con Epstein en 2010.

El correo, enviado desde la dirección oficial del duque -firmado con su título completo: Su Alteza Real el Duque de York KG-, dibuja un tono de camaradería que deja poco margen a la interpretación. En plena crisis mediática, Andrés buscó consuelo en el propio Epstein, confirmando que la distancia entre ambos fue, cuando menos, una ficción cuidadosamente diseñada.

PRINCIPE ANDRES DE INGLATERRA VIRGINIA ROBERTS . CASO EPSTEINredes socialesLA RAZON

En ese momento, el escándalo estaba alcanzando su punto más alto. La fotografía de 2011, tomada años antes, mostraba a Andrés con el brazo alrededor de la joven Virginia Giuffre, entonces de 17 años, mientras Ghislaine Maxwell, pareja y cómplice del magnate, observaba la escena. Giuffre, que se suicidó el pasado abril, se convirtió en una de las principales voces contra la red de abuso sexual que Epstein tejió con la ayuda de Maxwell, condenada en 2021 a 20 años de prisión.

En su intento de frenar la tormenta, el duque de York ofreció aquella entrevista desastrosa a Emily Maitlis para el programa Newsnight, grabada nada menos que en el Palacio de Buckingham. En ella negó haber mantenido relaciones con Giuffre y llegó a justificar su inocencia con argumentos que rozaron el absurdo: afirmó que la noche señalada estaba cenando pizza con su hija, la princesa Beatriz, y que sufría una condición médica que le impedía sudar. El resultado fue una catástrofe de imagen. Ni la reina logró proteger a su hijo favorito, que terminó apartado de la vida pública, despojado de sus funciones reales y abandonado por sus patrocinadores.

El escándalo tuvo un segundo acto en 2021, cuando Giuffre presentó una demanda civil en Estados Unidos. Andrés evitó el juicio mediante un acuerdo extrajudicial millonario, presuntamente financiado con dinero de los fondos privados de su madre. Pero su reputación quedó dañada para siempre.

Ahora, con la filtración de este correo, las grietas del relato oficial se ensanchan. El tono afectuoso del mensaje no solo evidencia que el contacto con Epstein continuó después de lo que él afirmó, sino que confirma una cercanía que Buckingham Palace siempre trató de negar.

El asunto salpica también a Sarah Ferguson, exesposa del príncipe, que hace apenas unas semanas protagonizó su propio escándalo cuando salió a la luz un correo suyo de 2011 dirigido al mismo Epstein, al que llamaba amigo "fiel y generoso" y pedía disculpas por haberse distanciado públicamente. El mensaje le costó el apoyo de seis organizaciones benéficas y reavivó el debate sobre la tóxica red de silencios que rodeó durante años al financiero y su círculo de poder.

Ferguson, que aún comparte residencia con el duque en Royal Lodge, dentro de los terrenos de Windsor, se ha mantenido cerca de la familia, aunque su presencia -junto a la de Andrés- provoca incomodidad visible en actos públicos, como el reciente funeral de la duquesa de Kent. El rey Carlos III y el príncipe Guillermo, según fuentes cercanas, estarían cada vez más preocupados por el impacto que este episodio tiene en la imagen de la monarquía.

Con la revelación de este correo, la figura del príncipe Andrés vuelve a situarse bajo una sombra de descrédito casi irreversible. Y lo que resulta más doloroso para la institución es que la reina Isabel II jamás llegó a leer este mensaje. Tal vez, porque incluso para una monarca acostumbrada a sobrellevar las tormentas más devastadoras, esta habría sido, sencillamente, demasiado oscura.