Un triste adiós
Miguel de Grecia: escritor y "cocktail" de dinastías reales europeas
En su persona se dan una mezcla de sangres y culturas. Su pasión por el arte y la historia le convirtieron en un escritor destacado
Hace mucho que leo las obras del príncipe Miguel de Grecia y Dinamarca, que así se “apellidan” todos los príncipes reales griegos, si de “apellidos” podemos hablar en las dinastías reales europeas. En el caso del ahora fallecido príncipe Miguel, último nieto vivo del fundador de la Casa Real helena, el rey Jorge I, se concentraban en su persona muchas características especiales.
Su padre, el príncipe Cristóbal, quinto hijo de ese monarca, era -por tanto- ortodoxo, religión de esa familia real. Pero su madre, la princesa Francisca de Orleáns, católica, educada entre Francia y Marruecos, pertenecía a la familia real francesa por nacimiento, al ser hija del príncipe Juan de Orleáns, duque de Guisa, y de la princesa Isabel de Orleáns, padres del Conde de París, pretendiente orleanista al trono de Francia.
A esa mezcla de sangres y de culturas se añadía la danesa de su padre, trasplantada a Grecia desde 1863, y se le unía la rusa de su abuela la reina Olga de los Helenos, nacida gran duquesa Olga Constantinovna de Rusia, y la alemana de la madre de ésta, la princesa Alejandra de Sajonia-Altenburgo.
Miguel era un esteta. Amante de las artes y, sobre todo, de la historia, incluyendo la de las joyas, sobre lo que escribió en sus obras sobre “Las joyas de los zares” o sobre el famoso diamante “Regente” (“El Régent, el diamante de la Revolución”) donde nos relata el robo de las joyas de la corona francesa. Escribía en inglés y en francés y recibió en 1970, por su obra “Ma soeur l’histoire, ne vois-tu rien venir”, el Premio Cazes.
Su estilo era la novela histórica pero no sólo. Su primer éxito fue “La noche del serrallo”. Escribió sobre Juana de Arco, heroína y santa, llamada “la Doncella de Orleáns”; sobre su tío abuelo el gran duque Nicolás Constantinovich de Rusia, y el romance de éste con la actriz Fanny Lear, quien en su “Histoire d’Amour tragique” evocó su rocambolesca vida en la que -¡cómo no!- los diamantes son coprotagonistas; o sobre la emperatriz Carlota de México, eterna viuda del emperador Maximiliano, asesinado en Querétaro en 1867, enloquecida y fallecida tan tarde como 1927. Gracias a tener acceso a múltiples fuentes familiares pudo publicar un bellísimo libro de fotografías titulado “Los últimos zares, Nicolás y Alejandra. Su álbum familiar”. Fue en otoño de 1990 cuando, mientras recopilaba datos y documentos para su libro “Imperial Palaces of Russia”, pudo ver los treinta volúmenes de fotografías privadas de la familia imperial rusa, mostrados en primer lugar a un Románov, como era él por su citada abuela Olga.
Aunque vivía en París, donde se graduó en Ciencias Políticas, y vivió trece años en Nueva York, su residencia griega de Patmos era su refugio. Allí su hija la princesa Olga contrajo matrimonio con su primo el príncipe Aimone de Saboya, duque de Aosta, constituyendo así uno de los ya escasos matrimonios reales en los que los dos contrayentes pertenecen a la realeza. Aimone, que encabeza la pretensión de su rama a la Corona de Italia, es hijo del príncipe Amadeo de Saboya, duque de Aosta, y de la princesa Claudia de Orleáns, hija de los Condes de París. Sin embargo, Miguel, para obtener el permiso de su sobrino el rey Constantino II de los Helenos para su matrimonio con la escultora griega Marina Karella, renunció a sus derechos al trono heleno.
Sus “Mémoires insolites” o su “Avec ou sans couronne” donde desgrana sus encuentros, sus relaciones familiares o de amistad con Maria Callas, Federico Fellini, Margaret Thatcher, el general De Gaulle, la Madre Teresa, la reina Isabel II, el rey Don Juan Carlos o la Shabanou, son obras lúcidas y entretenidas que dan idea de alguien que sufrió por su orfandad pero que, nacido en el centro de la realeza europea, fue testigo privilegiado de una vida que ya no volverá. En ella, su sobrina y coetánea la reina Doña Sofía, fue un puntal, una pariente pero, sobre todo, una amiga. No dudo que la tristeza invade hoy el alma de nuestra querida reina madre. Lo siento de veras.
Una vida recorriendo mundo
La historia de la Casa Real helena es, como un Guadiana regio, una sucesión de abdicaciones y exilios, hasta el último de 1967. Nacido en Roma y huérfano de padre con un año de edad, Miguel pasó su juventud entre Larache (Marruecos) y Málaga (España). Su tío el Conde de París se ocupó de él desde que a los catorce años perdiera a su madre. Y aunque estudió en Francia, su país materno, tuvo siempre una predilección por Grecia donde cumplió sus deberes militares durante cuatro años y mantuvo su nacionalidad griega y su residencia en ese país incluso después del golpe de Estado de los coroneles, que inició el fin de la monarquía helena.
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