Murcia

Diego Martín: «Que cada uno me ponga la etiqueta que vea, me da igual»

Después de tres años de retiro público, el artista murciano regresa a los escenarios

«Mi madre presume de todos sus hijos, del que es cantante, del que es actor y del que trabaja en El Corte Inglés»
«Mi madre presume de todos sus hijos, del que es cantante, del que es actor y del que trabaja en El Corte Inglés»larazon

Decidió ser un Juan Palomo. Se alejó de las productoras y de todo lo que rodea el negocio de la música para autogestionarse. Tres años de retiro. Y un regreso. El pasado mes de junio, con «Siendo», su tercer trabajo discográfico que comenzó a vender en la red. «No estaban las cosas para tirar cohetes, por eso elegí el formato digital». Al instante, llegó el éxito. Tanto, que ha tenido que darle soporte físico a sus canciones y corresponder a sus seguidores con una gira que arranca el 20 de septiembre. «Me da igual estar en el Madison Square Garden que en el Romea, para mí cualquier escenario es valioso siempre que pueda mostrar mi música», asegura Diego.

– Regresa a la arena...

–Vuelvo a lo normal en mí, a estar en la música con la gente. El hecho de tener la oportunidad de dar conciertos supone que todo ha ido como tenía que ir.

–Tres años de exilio. Puede parecer una eternidad.

–A mí no me ha dado la sensación de que haya sido tanto tiempo. Según preguntes, hay quien dice que he tardado demasiado en sacar disco, algunos me han soltado: ¿ya estás aquí? Creo que ha sido un tiempo necesario, antes me habría apresurado.

–Físicamente, se le ve cambiado.

–Es cierto que he cambiado para mejor, hago más deportes... Cosas de la edad. Uno ya no lleva el mismo ritmo que cuando comienzas con 27 años, que sólo piensas en comerte el mundo. Ahora tengo 34 y me sobra lo accesorio, sólo quiero estar por y para la música, que es lo mejor que sé hacer y lo que quiero hacer.

–Comerse el mundo, dice. ¿Nunca temió que el mundo le devorara a usted?

–Si, ha habido algún momento en el que he pensado en dejarlo todo. Te presionas y corres el peligro de competir o, al menos, de mirar cómo el otro sube o baja en una lista, incluso de contagiarte cuando alguien te dice que te merecerías más. Pero debes ser consciente de que sólo has de competir contigo mismo para ser mejor.

–Compositor, cantautor, cantante... ¿Cómo le cito?

–A mí que me presenten como quieran. Yo sé que soy Diego Martín...., que hago canciones y las canto. A partir de ahí, que cada uno me ponga la etiqueta que vea. No sigo modas ni estilos musicales.

–Futbolero a rabiar. ¿Esta liga es cosas de dos?

–Por supuesto. No hay hueco para el pequeño. Aunque no lo digan, en el Atlético de Madrid se ven capaces de hacer frente al Real Madrid y al Barcelona, pero no hay mucho más... En el fútbol de hoy queda muy poco deporte.

–Cien millones por Bale. Se los doy a usted.

–No soy capaz de imaginarme tanto dinero en mis manos. Aunque ellos sabrán las cuentas que han hecho, creo que se han pasado tres pueblos... Es una falta de respeto según están las cosas, quizá la más visible, pero no la única.

–¿Nuestro país tiene que cambiar de verso?

–O de canción. Aunque lo mejor sería cambiar de escenario. Hay que pararse a pensar todos juntos, actuando, no reaccionando. Por eso no me gusta utilizar el término revolución, entiendo el verdadero cambio como una rebelión personal, que nace del fondo de uno mismo.

–O sea, que usted es de la huelga a la japonesa: si más me pican, más trabajo.

–Tampoco soy tonto, pero no soy de «la libertad de», sino de «la libertad para». Si busco liberarme de una atadura es para hacer algo nuevo después, no para quedarme en el sitio. Es como si se libera a un preso de la cárcel después de cumplir toda la vida entre rejas sin tener un proyecto por delante, acabará prefiriendo volver a ella.

– ¿Se siente libre?

–Hoy por hoy, sí. De ahí el título del disco, «Siendo».

–Su madre le sigue diciendo aquello de: «Si tenías que haber estudiado una carrera...»

–No, lo que le dio pena a mi padre es que no quisiera seguir jugando al fútbol. Recuerdo que no me quise ir cuando vinieron a ficharme y no me quise marchar de Murcia... La liamos bien gorda. Siempre he estado empeñado en la música y les cantaba los temas que componía, hasta que hubo un día en que mi madre me dijo: «Esta sí que es buena».

–Le tendrá puesto un altar en casa.

–Delante de mí no presume, porque sabe que no me gusta. Mi madre presume de todos sus hijos, del que es cantante como del que es actor y del que trabaja en El Corte Inglés. Todos somos buena gente.

–Manolo Escobar dice estar harto de cantar el «Porompompero», que lo interpreta sólo por el cariño que le tiene la gente al tema. ¿Le ocurre lo mismo a usted con «Déjame verte»?

–Si me lo hubieras preguntado cuando terminé la última gira... A lo mejor acabas cansado de alguna canción, pero como nos ocurre a todos con lo que más queremos de nuestra vida, que necesitamos darle descanso a veces, pero eso no significa que reniegues de ello. Es cierto que nosotros cantamos los mismos temas todos los días, pero el que te escucha sólo lo hace esa noche y es especial para él. Dicho esto, Manolo Escobar tiene el derecho a comentar lo que quiera.

–Gira en otoño. ¿No son más rentables los bolos en verano?

–He trabajado sin parar en el disco: composición, partitura, foto, videoclip... Cuando terminé antes del verano, estaba reventado y necesitaba parar. Y es que cuando uno toma mucho jamón, se cansa y lo acaba cambiando por mortadela.

–Yo del jamón nunca me canso. ¿y usted de la guitarra?

–No concibo un día sin ella, es una parte más de mi cuerpo. Aunque sólo sea para tenerla abrazada mientras estoy en el sofá viendo la tele, o para tocar dos o tres notas. Es como el respirar.