Divorcio
La vida le es esquiva a Ana María Aldón y Ortega Cano
La separación de la pareja no ha hecho sino agravar su relación hasta el punto de que podrían verse en los tribunales. Se avecina tormenta
El divorcio de Ana María Aldón y José Ortega Cano no es tan amistoso como se esperaba, incluso, si la situación no se endereza, el torero y la diseñadora podrían acabar enfrentados en los tribunales.
La amenaza de demanda viene del lado del viudo de Rocío Jurado, que ha mostrado su enfado de manera tajante, y arremete contra la madre de su hijo de una manera fulminante. Lo deja muy claro al periodista Aurelio Manzano: «Esta mujer no ha hecho otra cosa que hablar mal de mí y de mi familia. He sido buena persona con ella. Estoy jodido, muy jodido. Si sigue hablando de nosotros, voy a llevar esto por la vía judicial».
Desde su entorno llega la opinión de que «José está harto de que Ana María desvele ante toda España todos los entresijos de su relación con él, lo sigue haciendo ahora, cuando se encuentran inmersos en un proceso de divorcio. No se da cuenta del daño que hace. Para que José confiese que se siente dolido, muy mal debe estar. Y la amenaza de demandar es muy seria, no es simplemente una advertencia. O cambian las tornas y le dejan tranquilo o acudirá al amparo del juez». Se anuncia tormenta.
Ana María Aldón se enteró de la amenaza en directo, en el programa «Fiesta», en el que trabajaba el pasado sábado. No pudo aguantar las lágrimas y abandonó llorando el plató. El desconsuelo era más que evidente.
A su vuelta fue muy clara y directa: «Me duele que mi marido, porque de momento sigue siendo mi marido, diga esas cosas. He sido buena con él, pero si tiene ese concepto de mí… Dice que lo único que he hecho es hablar mal de él y de su familia, esa frase me taladra la cabeza, me parte el corazón. Siento que solo piense eso de mí». Y la contestación rotunda a la amenaza: «Espero que todo esto no me haga cambiar de actitud frente a una de las personas más importantes que he tenido en mi vida».
Separación sin reproches
Otro de los términos utilizado para definirla, el «esa mujer» tan despectivo, la confunde. Ella quiere una separación amistosa, de mutuo acuerdo, sin desafueros ni reproches. Se acabó el amor pero queda el cariño y, sobre todo, un hijo en común. No desea que el pequeño José María vea a sus padres enfrentados.
Las Navidades más tristes marcan la existencia de la sanluqueña. Los días 24 y 25 los vivió en soledad. No tenía ánimos para estar con nadie. Fue una Nochebuena muy triste. Por lo menos, en fin de año estuvo con su hijo. Podría haberse ido a su tierra, para pasar estos días en familia, pero prefirió permanecer en Madrid. Está inmersa en la puesta a punto de su nueva casa y ha considerado que era mejor quedarse en la capital que pasar apenas un día o dos en Sanlúcar.
Un compañero de programa revela que «Ana no se encuentra bien de ánimos y su intención es no hacer sufrir a sus madre y sus hermanos. Se traga toda su pena para que los suyos no tengan que preocuparse en demasía por ella. En este sentido, ha hecho un verdadero esfuerzo pasando sola las fiestas. Pero en Nochebuena lo pasó muy mal, llorando, encerrada sola, sin ganas de nada. Y eso que tenía invitaciones para cenar en casas de amigos, y que su familia intentó convencerla hasta el último momento para que viajara a Sanlúcar. Pero deseaba estar sola…».
No es fácil encarar esa nueva vida, dejar las comodidades que tenía en la casa de Ortega Cano, a pesar del desamor y el enfrentamiento con la familia de su marido, para afrontar el día a día en solitario, repartiéndose la custodia de su hijo, semana sí, semana no, con su ex.
Quizá el trabajo como diseñadora de moda y colaboradora de televisión le ayude, en cierto modo, a superar las penas. Y la ilusión por amueblar su nueva casa y cuidar cada uno de los detalles del chalet. La vivienda está situada en un pueblo de Guadalajara, muy cerca de Madrid, El Casar, y pagó por ella doscientos cincuenta mil euros. Se encuentra a apenas veinte minutos en coche de la casa del diestro y a cinco minutos más del colegio donde estudia su hijo.
El acuerdo de divorcio al que ha llegado la expareja contempla que no habrá pensión compensatoria para Ana María Aldón, pero sí mil euros al mes en concepto de pensión de alimentos para el hijo de ambos y el cien por cien de los gastos en materia de educación. Lógicamente, se dividen los días de vacaciones del menor a partes iguales.
Volcada en su futuro
El futuro profesional de Aldón pasa por diseñar una colección de ropa de cara al otoño invierno, sería muy prematuro encarar la de primavera-verano. Fuentes cercanas aseguran que «ideas no le faltan. Ya tiene diseñados algunos de los modelos, está muy ilusionada con su futuro profesional en el mundo de la moda. Conoce a mucha gente en esta industria que la apoya e incluso la da algunos consejos».
Seguro que en esa lista no se encuentra Gloria Camila Ortega, con la que vivió momentos de desencuentros que traspasaron los límites de la intimidad familiar. Nunca fueron amigas, a pesar de que, al principio, intentaban aparentar lo contrario. La hija del torero veía a la esposa de su padre como una «invasora oportunista», igual que pensaban otros familiares. En el fondo, nunca fue bienvenida al círculo más cercano de su pareja. Pero su mayor enemiga siempre ha sido la «hermanísima» del torero, Conchi Ortega, que nunca aceptó que su cuñada le quitara el protagonismo que mantenía con su mediático hermano.
Las indiscreciones familiares
Ortega nunca quiso que su mujer se expusiera en televisión, vaticinaba la que se le venía encima, las indiscreciones de Ana María minaron aún más si cabe un matrimonio que ya estaba en crisis. Pero la sanluqueña hizo oídos sordos a los ruegos de su marido y se dejó llevar por los beneficios de la popularidad, porque así abandonaba su puesto de «esposa de…». Ella quería ser conocida por sí misma y no por estar casada con un personaje famoso.
Su error fue desvelar ante la opinión pública las dificultades de su unión con el torero, un hombre que la puso en evidencia cuando calificó a su primera esposa, la fallecida Rocío Jurado, como «el gran amor de mi vida». Aldón se dio cuenta entonces de que nunca tendría el lugar que le correspondía.
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