Política

Borja Sémper: «El asunto de la guapura me aburre. Se la cedo a Pedro Sánchez»

Así le ha cambiado la vida al nuevo portavoz de la campaña electoral del PP tras tres años fuera de la política

Borja Semper
Borja SemperGONZALO PEREZGONZALO PEREZ

Borja Sémper (Irún, 1976) tiene el hábito de no doblar la rodilla. «Lo tomé siendo niño cuando, después de ser apedreado en mi colegio público por vestir la camiseta del Real Madrid, volví a lucirla al día siguiente animado por mi madre». Bien orgullosa se sentiría su abuela, madrileña del Puente de Vallecas y merengue como él. Ahí empezó a forjar su aplomo este político del PP que nos habla de su vuelta a la primera línea política con la voz algo rasgada por un resfriado, pero con la verticalidad a prueba de huracanes y bombas. Su otro hábito es el sentido del humor y lo aplica con la majestad que le da su alma de poeta. Varios poemarios publicados rubrican ese punto de delicadeza que el ciudadano anhela en el líder, pero no hacen que se pierda en quijotismos o ideas vagas. Lo que asoma es el político de raza, socarrón y con un excelente ánimo, que «ama, sangra y se cabrea» como todo el mundo. «He vuelto porque hay que arrimar el hombro, porque hay cosas que no podemos dejar pasar y porque me preocupa el futuro de nuestros hijos. La llamada de Feijóo me hizo aparcar el ombliguismo y la placidez en la que me encontraba desde que dejé la política, hace tres años». Se retiró en 2020, algo hastiado y porque necesitó un nuevo enfoque vital para él y para la familia. Se mudaron a Madrid y enseguida fichó como director de Relaciones Institucionales de Ernst & Young. «Creí que era el momento de oxigenarme y el resultado ha sido muy gratificante. Me he dado cuenta de la capacidad transformadora de la empresa y he conocido otros motores económicos. Han sido tres años muy intensos y he podido disfrutarlos con el placer del anonimato».

Borja Sémper
Borja SémperInstagram

Su espíritu inquieto no le ha dejado un respiro y de nuevo Génova le tiene arremangado y preguntando, como si se hubiese marchado ayer, en qué habíamos quedado. El escenario en el Gobierno no es el mismo y la escena está más agitada. «Vuelvo -insiste- porque Feijóo es un líder fuerte y confía en su gente. Esto me ha impulsado a retomar la política, como portavoz de campaña, y lo hago con una promesa: la moderación va a ser ahora la auténtica revolución. Necesitamos una política edificante, sin tanto gran titular y sin tono bronco». Sus tres hijos ya están advertidos: «Ahora verán menos a su padre en casa y más en la televisión. Para ellos no es tan nuevo, sobre todo por la profesión de mi mujer, actriz. Nos hemos acostumbrado a la notoriedad, pero no hacemos ostentación». Fue ella, Bárbara Goenaga, la primera en conocer su decisión. «Lo conversamos e ideamos un plan de conciliación. La política implica abandonar una vida muy cómoda y la paternidad exige, como en cualquier otro hogar, que la palabra conciliación no se quede en ese mensaje hipócrita que nos lanzan». También sus padres han recibido la noticia con serenidad. ¿Qué les puede asombrar si vieron al hijo aprender a caminar sobre el alambre cuando más fuerte pegaba ETA? La anécdota de la camiseta infantil fue solo el preludio de lo que viviría pocos años después, cuando con 17 años irrumpió en la política irundarra. «Llegué deslumbrado por la figura de Gregorio Ordóñez, por su forma valiente de hacer política y de decir las cosas. Su asesinato en 1995 me marcó, pero reforzó mis ganas de contribuir. Viví la etapa más cruenta del terrorismo de ETA. Tenía muy claro que había que combatirlo y el País Vasco necesitaba jóvenes que diesen un paso adelante en la lucha contra la banda».

Sémper recuerda con ironía que en esa época hablaba mucho y era muy vehemente en sus ideas. «Fui objetivo de ETA y eso nos costó pintadas en casa, insultos, amenazas y una presión muy fuerte», admite. Siempre contó con el respaldo de la familia, que, a pesar de no tener tradición política, vivía la situación con profunda preocupación y compromiso. Antes de cumplir los veinte años ya llevaba escolta, pero su costumbre de relativizar las cosas le lleva a mirar hacia aquellos días con el fastidio de alternar, ligar o conocer gente con dos tipos más altos y bastante más fuertes que él pisándole los talones. Es decir, con la rivalidad a la espalda.

Borja Sémper y sus hijos
Borja Sémper y sus hijosInstagram

Ahora, en lugar de pintadas amenazantes contra su vida, tiznan sus redes sociales con puyas, improperios y lo que estará por llegar. Está preparado, siempre que, al menos, cuando le mencionen le coloquen bien el acento en su apellido (en la primera e). «Desde la extrema derecha me llaman blandito; desde la extrema izquierda, fascista. Me resbalan los insultos de la gente radicalizada y le aseguro que no perderé ni un minuto en responder con rabia. Éticamente, es necesario no entrar al trapo. En las redes sociales cualquier tonto puede tener un altavoz, pero sé que no hay tanto cafre como parece». Callará, sin que esto signifique que el que calla otorga. Hará cuanto esté de su parte para ver caer «las capas de insustancialidad de esta política epidérmica que estamos viviendo. Nos quedaremos con lo esencial».

Correr y surfear

Sémper llega a su reestreno bregado, con la cabeza bien armada y pletórico. Se levanta a las 6,30 h. y empieza la jornada con un entrenamiento físico en el gimnasio, al menos tres días por semana, pero sin estridencias. También monta en bici, corre y, cuando puede, surfea. Todo con una pizca de hedonismo que le lleva a mirar de reojo a quienes, por lo visto y según advierte en su cuenta de Instagram, no se permiten darle de vez en cuando al tinto de verano, la paella y la fritanga. Escucha a Sabina y lee tanto a los clásicos como a autores contemporáneos. «Procuro terminar un libro o dos por semana», asegura. También espiritualmente se apoya en la cultura judeocristiana y nos confiesa que una de sus mayores decepciones fue recibir la primera comunión en las manos de un cura encarcelado por colaborar con ETA. Era el arcipreste de Irún y esto marcó su fe. En general, siente que el recibimiento ha sido espléndido. Los tres años sin fatiga le han sentado bien y los medios han hecho hincapié en el atractivo de este hombre de amplia sonrisa, pelo ensortijado y un aspecto bohemio encantador. Sin embargo, le disgusta que le persiga el asunto de la guapura. «Me tiene aburridísimo. Se la cedo a Pedro Sánchez. Él sí la tiene, aunque sin atractivo. No quiero yo esa carta de recomendación. La sociedad está cansada de que le hablen de esto. El atractivo en política tiene que ser otra cosa mucho menos superficial».

Familia numerosa, mujer actriz y una declaración de amor

«Un tipazo de buen ver y el mejor compañero de viaje», escribió recientemente la actriz Bárbara Goenaga en su cuenta de Instagram para celebrar el 46 cumpleaños de su pareja y padre de dos de sus hijos, Borja Sémper. Se enamoraron en 2015 y casi nadie apostó por esta relación. Además de los dos niños en común, el político tiene un hijo adolescente fruto de su matrimonio con María Azcárate, que duró de 2005 a 2013. También Bárbara fue madre por primera vez con el actor Óscar Jaenada. Es hija del pintor vasco Juan Luis Goenaga y sobrina de la cineasta Aizpea Goenaga. Se hizo muy popular por su papel en la telenovela «Amar es para siempre».

Borja Sémper y su mujer Bárbara Goenaga
Borja Sémper y su mujer Bárbara GoenagaInstagram

En la etapa política anterior de Sémper, la actriz fue blanco de críticas por las ideas de su marido y en 2019, después de cinco años de presión, se retiró durante un tiempo de las redes sociales. Procuran llevar una vida muy discreta, pero no pueden evitar el interés que despiertan. «A padre no le gana nadie», escribía en este mismo post de felicitación junto a unas fotos familiares, una declaración de amor y un deseo: «Que sigamos bailando la vida a carcajada limpia».