Belleza
Lo bueno y lo malo de la delgadez de Dani Martín
Los cánones estéticos han cambiado. Ya no se lleva la delgadez, se llevan los macizorros
Los fenómenos sociales nacen, crecen y se difunden a la velocidad de la luz a través de las redes, el único lugar donde todos tenemos voz y voto. Y todos estamos de acuerdo en que, donde estén un buen cuerpo, que se quiten los delgaduchos y, sobre todo, a una determinada edad. Ser delgado no es sinónimo de estar saludable. De hecho, ni siquiera es sinónimo de no tener exceso de grasa. Y aunque suena un poco contradictorio y extraño, existe una explicación científica para este hecho.
Tener una talla específica de ropa no garantiza una buena salud. Muchas dietas o rutinas de ejercicio se centran únicamente en ajustarse a un traje o vestido para una ocasión especial, o en recuperar esos pantalones que ya no nos quedan, aunque sigamos guardándolos como recordatorio de un problema. Aunque logres estos objetivos, tu bienestar se encuentra en un nivel diferente.
Es común que personas que luzcan estupendas bien vestidas muestren una apariencia poco saludable al estar en bañador o desnudos. A pesar de que las medidas puedan parecer perfectas, la impresión que dan es que necesitan mejorar su alimentación. No hay rastro de un abdomen tonificado, sino que presentan flacidez en la piel, y aunque llevan años siguiendo una dieta y entrenando, su físico no parece envidiable.
¿selfies o belfies?
O como se ha dicho toda la vida, ¿cara o culo? Pues hombre, me quedo con los dos, porque ahora se pueden lucir a la vez una cara y un culo estupendos. Pero esta sociedad ha elegido trasero exprés y al hacerlo se enfrenta a algo que todo el mundo sabe: cuando adelgazamos el cuerpo demasiado rápido, perdemos la juventud de la cara. Ozempic tiene su mejor escaparate en las alfombras rojas, pero en realidad es un fenómeno global.
La pérdida de volumen facial es un indicativo común del envejecimiento. A medida que envejecemos, la regeneración celular disminuye, el sistema musculoesquelético se transforma, y se reduce tanto la masa muscular como la densidad ósea. Además, la producción de colágeno y elastina disminuye, lo que afecta a la elasticidad de la piel y provoca la aparición de arrugas y flacidez.
Una disminución significativa de peso también impacta el rostro, alterando los volúmenes en áreas como la papada y las mejillas perdiendo lozanía que es sinónimo de juventud. La pérdida excesiva de volumen en el cuerpo y el rostro puede hacernos lucir más envejecidos, ya que los déficits de volumen pueden transformar un rostro saludable en uno esquelético, donde la grasa facial se atrofia y se acentúan los contornos óseos. Este cambio puede dar una impresión de cansancio, tristeza y contribuir a la flacidez, lo que a su vez incrementa la apariencia de descolgamiento facial, haciéndonos ver más viejos y menos favorecidos.
Y además una dieta demasiado restrictiva puede causar problemas reproductivos, como la disfunción eréctil en hombres debido a la extrema delgadez y niveles de grasa corporal inferiores al 8%. Por ello, es crucial mantener una dieta equilibrada que incluya proteínas, carbohidratos y grasas saludables, evitando que la grasa corporal descienda demasiado. Además, quienes buscan perder peso pueden enfrentar el problema del exceso de piel, especialmente tras una pérdida significativa de kilos. Este problema, que depende de la edad y la genética, puede mitigarse con entrenamiento de resistencia, evitando así la necesidad de cirugía plástica.
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