Jesús María Amilibia
José Antonio Madrigal: «Un monje ganaría dinero en Wall Street»
Profesión: operador de Bolsa, experto en mercados financieros.. Nació: en 1975, en Valencia.. Por qué está aquí: por su libro «Un monje en Wall Street» (Plataforma Editorial).
–«Un monje en Wall Street». No quiere decir que haya un monje en tal lugar, pero, ¿ganaría dinero un monje en Wall Street?
–Sin duda. El monje controla su mente. Quien tiene control sobre sí mismo y sus actos tiene el mundo a sus pies. Sí, ganaría.
–Es un operador de Bolsa famoso. ¿Qué tiene de monje?
–Nada, pero me encantaría ser dueño de mis emociones y mi destino.
–Un monje, dice, busca la iluminación y el control del ego. ¿Eso es lo ideal en el mercado financiero?
–Es imprescindible. Si no controlas el ego, que es la necesidad de la recompensa inmediata, estás perdido.
–Subtítulo: «Secretos rentables para la Bolsa». ¿Quedan secretos?
–Sí, y muchos están ocultos en el exceso de información.
–El ego es el mayor enemigo de los inversores. ¿El otro?
–La falta de preparación. Si no estás preparado, ni se te ocurra invertir: perderás.
–El monje es austero, se conforma con poco. No es esa la virtud del inversor...
–Los codiciosos son perdedores. Buscan recompensas inmediatas, pierden.
–A la Bolsa se le llama también casino financiero...
–En el corto plazo, es un casino. Pero yo no juego, invierto a largo plazo y en acciones caras.
–¿Es una especie de gurú de la Bolsa?
–Para nada. No soy futurólogo, ni brujo, ni guía.
–Comenzó en la Bolsa a los 17 años. ¿Qué ha aprendido?
–Que para ganar primero hay que ganarse a uno mismo, hay que conocerse y controla la bestia que todos llevamos dentro.
–¿Qué le diría a un «antisistema» para demostrarle que está en un error?
–No sé si él está en el error o yo. A lo mejor soy yo el equivocado.
–Ya sé que no es adivino, pero, ¿tiene idea de cuándo acabará la crisis?
–¿En España? No sé, pero Japón, que es un caso parecido al español, está en crisis desde hace 21 años.
–En fin, viendo lo que ve, ¿no le tienta meterse a monje?
–No, por el momento; pero no se puede decir: de este agua no beberé...
–Y si la bebe, que sea bendita.
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