África

Marbella

La California de Europa

Junto a Pedro Rodríguez y Nidia, anfitriones en Fin de Año
Junto a Pedro Rodríguez y Nidia, anfitriones en Fin de Añolarazon

Y así, entre bailes fiestas y comilonas, ya estamos en el 2014 dándole una patadita en el trasero al 2013 con ese vértigo del que les hablé y que no puedo remediar... ¿Qué pasará? Y esa misma patadita, pero con más fuerza, me gustaría dársela a todos los políticos corruptos y trincones que nos están haciendo la vida cada vez mas difícil con una única idea en sus mediocres mentes: «recaudar», una palabra que se ha convertido en su «leitmotiv» y en su única forma de gobernar, teniendo encima que escucharles que ya estamos tan ricamente porque baja la prima de riesgo, sube la bolsa y crece la confianza de los mercados... ¿a costa de qué? De salarios a la baja, de precios en alza y más españoles en las colas de los comedores sociales, porque aquí los únicos que están pagando la juerga que se pegan sus señorías somos los ciudadanos y todo para mantener su estatus de parásitos improductivos y no recortar ni un ápice del gasto público. Mientras tanto, pues venga, sigamos jugando al separatismo, hablando sin decir nada y a tener entretenido al personal pero sin dar ni una sola medida para reactivar la economía... ¿Ahora entienden el vértigo del que hablo? ¿A dónde nos llevan estos ineptos?

Ante la impotencia que siento, decido cuidarme y terminar el 2013 en un maravilloso lugar muy cerca de Marbella: las termas de Carratraca. Su historia empieza con los romanos, cuando volvían echos unos zorros de África –llenos de sarna– y se encontraron con unas charcas de agua sulfurosa que, al bañarse en ellas, les hacían mejorar inmediatamente, por lo que, a partir de ahí, a estas fantásticas termas acudió todo el Imperio hasta su caída. Más tarde, pasarían a manos de los árabes y terminarían a finales del XIX en manos del conde de Teba, padre de Eugenia de Montijo, siendo visitadas por los grandes románticos y sifilíticos de la época. Actualmente, Ricardo Arranz las ha convertido en un precioso balneario que recomiendo a todos mis amigos como el mejor –sin duda alguna– que conozco en este país: su piel quedará como la de un bebé y sus maravillosos efectos al beber sus aguas harán que su organismo se depure y baje esos tres kilos de más que tanto molestan. Mi añoranza marbellí hizo que el último día del año bajase de la sierra al mar, donde me di un baño en mi adorada playa dejándome acariciar por el sol de un 31 de diciembre en esta ciudad arropada por nuestra Sierra Blanca y bendecida por Dios para nuestro disfrute: Marbella y la Costa del Sol son la California de Europa. Y no conozco mejor forma ni más estimulante que despedir el año inmersa en el mar.

Después de esta experiencia casi mística subí a mi casa (digo subir porque estoy cerca de la montaña) a ponerme divina, pintarme los morritos rojos –que ya saben que es lo más–, y ponerme un poquito de «sombra aquí, sombra allá», como dice la canción, y lista para comerme el mundo y las 12 uvas en compañía de un grupo estupendo de amigos que, como a mí, nos gusta disfrutar de la vida como si cada día fuese el último. Así nos dieron las tantas bailando y riéndonos y, sobre todo, plantándole cara al nuevo año para que se entere de que no nos va a doblegar pase lo que pase... Ahora sólo nos queda esperar a los Reyes Magos para cerrar el bucle.