España
María Mendiola: «Este país no perdona la edad»
Integrante del dúo Baccara
Dice bien María cuando define su inicio en el mundo artístico como un cuento de hadas. Triple carambola del destino: cuando el dúo aún se llamaba Venus, debutaron en una sala de fiestas zaragozana y a los tres días las despidieron «porque éramos demasiado elegantes para aquel local, eso nos dijo el señor de la boina que era el dueño; a mí ya me pareció que allí no íbamos a funcionar: en cuando salimos nos empezaron a gritar ''¡tías buenas!'' y otras cosas que se puede imaginar».
–Nos llevamos un gran disgusto –me cuenta–, pero gracias a ese «fracaso» nos fuimos a trabajar a Fuerteventura, y sucedió que allí nos vio actuar el jefe de promoción de la RCA alemana. Nos pagó los billetes a Hamburgo para hacernos una prueba en un estudio de grabación.
–Segunda carambola. ¿Y la tercera?
–El encargado de hacernos la prueba no quiso que cantáramos el tema que llevábamos preparado, «Mamma mía», de Abba. Nos ofreció una canción que tenía guardada en un cajón: «Yes Sir, I Can Boogie».
–Con esa canción y en Hamburgo nacieron las Baccara. Fue un gran éxito, número uno en Europa, 16 millones de discos vendidos...
–Nos llegó el éxito de golpe y porrazo. Yo creo mucho en el destino, en la suerte. Aquello fue como un cuento de hadas. Triunfar nada más empezar.
–No sé si eso es bueno...
–Para mí sí. A mí no se me subió el éxito a la cabeza.
La indirecta es para Mayte Mateos, a la que nunca cita. María y Mayte eran amigas y bailarinas del ballet de TVE en el 73. Luego formaron un dúo, como dicho queda. Aunque a María nada le gustaba más que bailar, vio enseguida que la carrera era corta, ingrata y dura. Fue bailarina solista con Antonio, María Rosa, Luisillo... Pensó que en la canción había más futuro. Y tanto: en el 77 ya estaban las Baccara en el «Libro Guinness de los Récords» como el dúo femenino que más discos había vendido hasta aquella fecha.
–Yo alucinaba –confiesa– no paraba de llamar a mi madre: «Mamá, que ya nos pagan tanto por actuación, que nos han dado otro disco de oro, que vamos a la televisión japonesa, que...» Fíjese: en nada de tiempo pasamos del ballet de TVE a firmar autógrafos, a que la Policía tuviera que protegernos de las masas, a la fama internacional.
–Y en el 78 representan a Luxemburgo en Eurovisión...
–Nos eligieron el 85 por ciento de los luxemburgueses. Votaron nuestro vídeo. Nunca representamos a España porque no nos los pidieron.
–Siempre tuvieron, y tienen, más éxito fuera de España...
–Entonces las canciones en inglés no tenían en España la aceptación de ahora, y nosotras cantábamos siempre en inglés porque así lo quería la RCA alemana. Aquí, todo un recital en inglés era en aquellos tiempos algo muy duro. Nuestra gran suerte fue el éxito internacional, porque si hubiéramos triunfado sólo en España, hoy estaríamos jubiladas. Aquí, cumples años y te echan. Este país no perdona la edad.
María hablaba inglés, sí, pero la primera vez que actuaron en Inglaterra y cantaron «Yes Sir, I Can Boogie», el presentador les dijo que sólo habían entendido «Yes Sir». En el 82, las Baccara, que son rosas rojas de tallo largo, mostraron sus espinas: se separaron. «Después de disgustos, de detalles feos por su parte, ella (se refiere a Mayte) dijo que quería cantar sola, así que cada una se fue por su lado; los dúos no funcionan cuando una de las dos se cree superior a la otra; y no era yo la que se creía tal cosa...».
–A ninguna de las dos le fue bien como solista.
–Yo me defendí porque hice revistas: «Las leandras», con Paloma San Basilio; «Luna de miel en El Cairo», con Teresa Rabal; «Róbame esta noche», con María José Cantudo, etc. Pero me tentó otra vez el dúo.
–La historia de las Baccara parece un conflicto permanente...
–Sí, por el divismo. Volví con Marisa Pérez, que antes había cantado con ella (Mayte). Pero María enfermó y ahora canto con Cristina Sevilla.
Baccara actúa por los países del Este, Japón, Rusia, Francia, Italia, Inglaterra... Ahora, María ha presentado el CD «Baccara», todas las grabaciones en RCA (1977-1980). Los gays las consideran dúo de culto: «Les gusta el doble sentido de nuestras letras, esa ambigüedad». Se ve bien en el espejo. Conoció a su esposo, Jan Eric, a 10.000 metros de altura, en un avión. «Aquí todos persiguiendo a las suecas y yo me fui a casar con un sueco», dice riendo. Podría vivir sin trabajar, pero el escenario es su vida. También le hubiera gustado trabajar en la ONU de traductora: habla inglés, francés, español, italiano y alemán. Tiene un hijo y tres nietos. Es muy autocrítica y nunca se ve fantástica. No borraría nada de su pasado, ni los tiempos de espinas en las rosas. Su perro se llama Boogie, naturalmente.
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