Modelo a seguir

Conocí a Sandra Ibarra por casualidad, hace 17 años, y, desde entonces, me declaro fan incondicional suya.

Conocí a Sandra Ibarra por casualidad, hace 17 años, y, desde entonces, me declaro fan incondicional suya. Rosa Villacastín, directora del programa de televisión en el que trabajaba, me envió a entrevistar a una joven y bellísima modelo que deseaba contarle al mundo que había superado un cáncer y que estaba lista para seguir realizando sus sueños. Reconozco que aquel encuentro me dio una de mis primeras lecciones de vida. Bueno, imagino que a mí y a todos los que, en poco tiempo, la fuimos descubriendo.

Porque Sandra es una de esas mujeres llenas de fortaleza y tesón, capaces de llevar a cabo todo lo que se propone. Con la fundación que lleva su nombre lo demuestra desde 2008 financiando becas para la investigación, haciendo planes de prevención y psicooncología, y, ahora, además, se ha lanzado a mejorar la calidad de vida de los pacientes a través del cuidado estético. Como ella misma dice, «cuidar el aspecto físico en estos momentos está lejos de ser algo frívolo porque revela la actitud decidida de mantener la dignidad frente a la enfermedad».

Por eso ha tenido la brillante idea de asociarse con la firma Extensionmanía, líder en el mercado en extensiones de pelo natural, para ofrecer servicios habituales a clientas que, simplemente, busquen mejorar su estética del cabello y, además, para brindar también una oportunidad especial a pacientes de cáncer que han perdido el pelo como consecuencia de la quimioterapia, para que puedan volver a encontrarse.

Yo quedé con Sandra en la calle Claudio Coello, número 97 para probar el flequillo de quita y pon... como el de Penélope Cruz, Elsa Pataky y el de tantas otras «celebrities» que aprovechan la primera alfombra roja de su agenda para dar un aire nuevo a su look con el truco del postizo.