Rosetta Forner

Neuronas largas

No todas las mujeres guapas son tontas, ni todas las feas son inteligentes, dado que afortunadamente no son variables que se afecten mutuamente, sino independientes. Cierto es que muchas mujeres guapas pasan de ser inteligentes, creyendo –algunas están en lo cierto– que les bastará su guapura para triunfar, eso sí, deberán colgarse del brazo de un hombre poderoso para alcanzar su meta. Las guapas que apuestan por su inteligencia van por la vida exhibiendo neuronas y no otras cosas. Dado que triunfan demostrando que tienen cualidades más que suficientes (léase meritocracia y no enchufocracia), su guapura no es obstáculo sino «gancho», en cuanto los demás se aperciben de lo largas que tienen las neuronas además de las pestañas o las piernas. Hay quien piensa, mujeres incluidas, que las guapas lo tienen más fácil porque atontan a los demás con su belleza –esto son «excusas de perdedor»–. Sin embargo, una cosa es ser guapa y otra, bella. Mientras la guapura es meramente física, la belleza se macera con los años y hunde sus raíces en las cualidades del carácter y del alma. Las mujeres inteligentes saben que el mejor atractivo es una personalidad de rompe y rasga, pues todo lo demás se queda en un mero «ser mona mientras se tengan pocos años». En pleno siglo XXI de «liberación de la mujer», aún hay muchas que echan piedras contra el tejado de la dignidad femenina escalando posiciones profesionales usando sus «amistades masculinas». Cierto es que el «enchufismo» también alcanza a los hombres, si bien ellos no suelen usar su guapura para conseguir favores. Por consiguiente, toda mujer guapa que no quiera ser sospechosa de «cuchipandeo» deberá afilarse las neuronas y demostrar que su inteligencia es más intensa y valiosa que su belleza. La mujer brillante, genial, inteligente, con personalidad, que lleva las riendas emocionales de su vida, no se esconde ni permite que nadie se confunda con ella. La seguridad basada en la valía personal hace que una mujer lleve la cabeza bien alta y pase sus neuronas sin pudor. La inteligencia no la dan los títulos universitarios, ni el triunfar a base de enchufismo proporciona dignidad a la mujer. Cuando la mujer se dedique a triunfar por sí misma pasando de «relacionarse» con hombres poderosos, ese día, habremos hecho posible la tan ansiada igualdad. Que una mujer crea firmemente que «es lo mejor que le ha pasado»: bella, inteligente, y no lo esconda ni pida perdón por ello, eso sí es liberación femenina, además de «Ver la vida en Rosetta».