Opinión
La crónica de Amilibia: Aceptamos opresión como animal de compañía
Me alimento de titulares. Leo: «Cataluña adoctrinará en la ESO sobre resistencia a la opresión». Más: «Cataluña: asignatura de “emancipación nacional” en la ESO». En la ESO, en lo otro y en lo de más allá. Se comprende: hay que adoctrinar en la escuela, hay que asegurarse la clientela. Pero lo de la opresión me tiene viviendo sin vivir en mí. Dice el diccionario: «Molestia producida por algo que oprime o sensación parecida a ésta». ¿Qué les oprime a Aragonés y a toda su cofradía indepe? ¿La faja, los zapatos, el cuello de la camisa? ¿Acaso tienen que apretarse el cinturón por la escasez de butifarra? ¿Les avasalla que aún quede algún rótulo en castellano? ¿Les agobia el niño de Canet del Mar? ¿Les veja que no vaya a Eurovisión una canción de Lluis Llach? Sigo sin ver la opresión. Habrá que pedir a J. J. Benítez que nos explique si es un OVNI, o sea, una Opresión Volante No Identificada.
Misterio. Tampoco entiendo por qué la ministra Carolina Darias tarda tanto en comprar los antivirales para tratar a los afectados graves por la Covid. Francia e Italia han firmado sus contratos y comienzan a utilizarlos ya para disminuir la alta mortandad y evitar que los pacientes de riesgo empeoren, que de eso se trata. Cuentan los enterados de que el retraso español (ah, el retraso español) se debe a que a la ministra de Sanidad el precio que Pfizer pide por esos antivirales le parece excesivo. Ella, muy de mercadillo y de regateo, se ha convertido en nuestra abuelita ahorradora, y yo recuerdo aquello que decía Woody Allen: «Morirse es la forma más drástica de reducir gastos». En fin, que tendremos que aceptar opresión como animal de compañía.
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