Opinión

La crónica de Amilibia: Pedro quiere que todos vayamos al cielo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención después de realizar la visita a la planta geotérmica de Cardial Recursos Alternativos S.L. a 07 de febrero del 2022 en Campo de Níjar (Almería, Andalucía, España).
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención después de realizar la visita a la planta geotérmica de Cardial Recursos Alternativos S.L. a 07 de febrero del 2022 en Campo de Níjar (Almería, Andalucía, España).Rafael GonzálezEuropa Press

Dicen que la inflación nos hace más pobres: es el ladrón más sutil y eficiente. La Thatcher apuntó: «La inflación es la madre del paro y la ladrona invisible de los que han ahorrado». Pero qué va a decir ella, una dominatrix inglesa.

Cuando los analistas señalan que el presi dejará como legado un montón de españoles empobrecidos, no están entendiendo la magnificencia y sutileza del proyecto sanchista. Él trabaja para que todos vayamos al cielo, por nuestra salvación. Y no olvidemos que san Pedro, nuestro Pedro, tiene las llaves del paraíso y además las del reparto de los fondos europeos.

Nuestra ceguera consumista nos impide ver que en la pobreza seremos mucho más apreciados por la iglesia monclovita y, de paso, mucho más delgados, por lo que podremos pasar sin dificultad por el ojo de la aguja. «Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos», advirtió Jesús. Y Él lo sabe.

Como cuando nos anima a correr tras nuestros sueños: «Si no los alcanzas, al menos perderás peso», dirá un día de éstos. Sí, se han vendido más Rolls-Royce que nunca. Pero, ¿acaso podremos llegar a las puertas de la gloria eterna conduciendo un Rolls Royce? Ni Fernando Alonso. Cuentan que Pedro ha leído con mucha atención al prestigioso economista británico Richard Layard que demuestra con toda suerte de datos que el dinero no da la felicidad. Y al sociólogo británico Zygmunt Bauman, quien concluye que la estrategia de hacer más feliz a la gente elevando su nivel de vida, no funciona. Y ahí está Juvenal: «Quien no tiene nada puede silbar feliz ante la cara del bandido». Qué importa la inflación.