Opinión

La crónica de Amilibia: Vamos de Frankenstein al conde Drácula

Los orígenes de Frankenstein
Los orígenes de FrankensteinLa RazónLa Razón

Cuando los barones del PP le piden a Pablo Casado, que «les aporte más», se refieren, leo, «a la necesidad de un revulsivo», o sea, algo que produzca un cambio brusco generalmente para bien, según el diccionario. No sé yo si Casado tiene de eso. Los revulsivos andan tan caros como los chips y el gas. Quieren los barones que «se olvide de Vox y mire al centro, que es donde se gana». El centro es para los políticos españoles como el metaverso para Mark Zuckerberg y El Aleph para Borges. Pues bien: el líder pepero, estimulado por sus barones, ya ha convertido al Gobierno Frankenstein en «coalición Drácula». Explicó en Twitter la razón de su cambio brusco o revulsivo: «A todo el que pacta le contagia, a todo el que muerde lo convierte en zombi como él». Bueno, el conde Drácula no es un zombi ni convierte a sus víctimas en zombis, sino en vampiros inmortales y succionadores de sangre. Y sin hacer distinciones, no como el Partido Nacionalista Vasco y Bildu, por ejemplo, que prefieren chupar rh negativo.

Esto va de monstruos. Pasar de Frankenstein a Drácula es un giro importante: ahora, Pedro Sánchez ya es conde. Un conde chupóptero, que diría el periodista José María García, pero conde al fin y al cabo.

Así, el panorama político se vislumbra deliciosamente escalofriante y muy variado: del conde Drácula pasaremos quizá al Hombre Lobo, después al Fantasma de la Ópera y más tarde el Gobierno podrá convertirse sucesivamente en la Masa, Maléfica, Predator, Alien, la Momia y el Payaso de «It», sin olvidar a ese gusano gigante que surge de la arena y se lo traga todo en «Dune». Y un día, por fin, será el Hombre Invisible.