
De revista
Giorgia Meloni, el dulce ferragosto de la mujer de moda
«Time» lleva a su portada a la primera ministra italiana como símbolo de un liderazgo político que ansía cambiar Europa

Cuando Giorgia Meloni asumió el cargo de primera ministra italiana, en octubre de 2022, los analistas se preguntaron con malicia si llegaría al panettone, el postre por excelencia de Nochebuena. Liderar un país con once gobiernos (ninguno femenino) en veinte años sonaba muy pretencioso. Tomó el panettone en el Palazzo Chigi, sede del Gobierno, aunque no resida en él, y también la colomba o paloma de Pascua. Ahora, recién superada la simbólica barrera de los 1.000 días, esos agoreros no sabrán si bajar la vista o sentir vértigo al verla en portada en la revista «Time».

«Soy Capricornio. Digamos que estoy obsesionada con ciertas cosas. Soy una luchadora», declara en la entrevista. Lo dice a propósito de su última reunión con Donald Trump, pero podría aplicarse a todas sus acciones. En estos mil días, Meloni ha mudado de piel hacia una derecha más moderada sin romper el hilo de su memoria política. No se ha desarraigado de sus principios, pero tampoco haría nada que quebrase al país o perturbase su estabilidad. Orgullo patriótico. Es crítica con el lobby LGTBI y combate la inmigración ilegal con contundencia, lo que le da una impopularidad que le importa bien poco. «Guste o no, no engañamos», dice.
Un colchón sobre el suelo
Meloni, que creció sin padre, forjó su aplomo en una infancia humilde en Garbatella, un barrio obrero de Roma al que se mudaron después del incendio de su casa. Allí vivían sus abuelos y ella y su hermana dormían en un colchón en el suelo. Ni siquiera pudo estudiar en la Universidad. Ahora se permite vacaciones en familia en Borgo Egnazia, un lujoso resort de cinco estrellas, en Puglia.

Es madre soltera de Ginevra, nacida en septiembre de 2016 de su relación con el periodista Andrea Giambruno, su compañero sentimental desde 2013 hasta 2023. Aún pasan tiempo juntos por el bienestar de la niña y asegura que es «el mejor padre» que podría desear para su hija. Ni su carácter ni su imagen sobria hacen de ella una líder carismática, pero no busca encanto, sino convencer. Y lo hace con un discurso claro, una dicción perfecta, un estilo sin excesos muy alejado de líderes populistas. No necesita levantar la voz para proyectar autoridad. Y así, de manera casi fulgurante, ha redefinido su papel en el tablero europeo. Es una interlocutora fiable y se la escucha porque sus reglas de juego son respetuosas, aunque sus alianzas en inmigración, defensa o economía descoloquen igual a la extrema derecha que a sus adversarios políticos.

Ese liderazgo conservador y estratégico es lo que resalta ahora la revista «Time». Es una mujer de Estado que escucha y ejecuta sin vacilar. Tensa, pero no rompe. Encarna una rareza, «un capricho histórico», dice el autor de la entrevista. Ahí radica su fuerza.
«¿Hacia dónde está llevando a Europa?»
Mira a la cámara tal y como es. Firme, pragmática, audaz y desafiante. Su capacidad para mediar y tejer alianzas la han convertido en la figura más influyente, más allá de Italia. El titular escogido para la portada sintetiza su liderazgo: ¿Hacia dónde está dirigiendo a Europa? ¿Promesa o advertencia? Una cosa u otra, encarna un estilo conservador valiente, que gana terreno frente al desgaste de la izquierda. Para el autor de la entrevista, Massimo Calabresi, Meloni representa a la perfección el espíritu de los nuevos líderes conservadores.

Disipó los temores que la envolvieron a su llegada al Palazzo Chigi sin perder su identidad y ahora podría ser la baza sorpresa frente a la obsesión comercial de Trump, la guerra de Ucrania, la masacre de Gaza u otras turbulencias.
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