Ferias taurinas
1 hora y 45 minutos
Una hora y 45 minutos necesitó Alejandro Talavante para resolver una tarde que le quitó el sueño de muchas noches, más horas e infinidad de minutos. Atravesaba el extremeño el gran ruedo de Las Ventas de vuelta a casa con división de opiniones: caían almohadillas sobre el albero ante el descontento de la afición, que esperaba más del gesto. Encerrarse en Madrid con seis toros se trata de que superado el trance se convierta en gesta. Pero a Talavante se le cruzó primero el viento, que sopló fuerte cuando quiso y después se le fueron atragantando los toros. A pesar del dios Eolo le presentó cara a sus oponentes en los mismos medios de la plaza. Un desafío que perdió intensidad según avanzada la tarde. Si les faltó fondo a los de Núñez del Cuvillo para romper a embestir con boyantía, tuvieron porte, pitones para asustar y una presentación de diez para Madrid. Mas las cosas no rodaron. Cumplía Talavante la encerrona en solitario en Las Ventas número 44 y pasó con una discreción que a buen seguro no estaba entre sus planes. Madrid se le hizo cuesta arriba y se convirtió en hielo. Se estrelló Talavante a las puertas de San Isidro. Eso sí ni un pase de más. Una hora y 45 minutos. Firmaba yo para muchas tardes.
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