Europa

Bruselas

Tejer y destejer por José Ramón Pin Arboledas

La Razón
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Cuando después de la II Guerra Mundial los Adenauer, Shuman y De Gasperí decidieron el destino de Europa iniciaron el entonces Mercado Común Europeo. El Tratado de Roma (1957) fue el inicio y el antecedente de la Unión Europea y el Euro. La idea era clara. Para el desarrollo y la paz en el continente era necesario un instrumento que permitiera competir a cualquier empresa europea en un mercado amplio, evitando los cierres de frontera y la autarquía económica que vino después de la I Guerra Mundial. Sólo los grandes espacios comerciales permiten ese desarrollo. No sólo es una cuestión de mercado, es también política. España entró en ese espacio, primero a través de un acuerdo preferencial y luego como miembro de pleno derecho, siendo uno de los fundadores de la moneda única.
Sin embargo, lo que Europa construye por una parte, España deshace por otra. Es el juego de Penélope de tejer y destejer. Mientras la Comisión Europea da Directrices para unificar el mercado (teje), los Gobiernos autonómicos desunen mediante profusión legislativa y reglamentaciones particulares (destejen). El ejemplo más palpable es la legislación medioambiental. Una empresa en España necesita un verdadero experto en derecho ambiental de las Autonomía para sortear su legislación.
No es nada raro en la historia española. Hasta el siglo XVII en la península había fronteras, con sus correspondientes impuestos, entre las diferentes «Españas». Los Austrias mantuvieron una economía fragmentada, que la ilustración unificó. Ahora el proceso es el inverso.
Pero, ya no es el tiempo del ordeno y mando. Ordenar sólo lo puede hacer Bruselas y siempre que ponga dinero sobre la mesa. Madrid tiene que liderar por convencimiento. La distribución de competencias sobre los mercados en materia autonómica es de difícil reversión por razones políticas.
Queda la coordinación legislativa y reglamentaria como instrumento necesario para mantener la unidad de mercado. Eso exige más «autoritas» que «potestas». Más capacidad de razonar y deseo de ayudar al bien común que recelo y egoísmo insolidario ¿Estarán nuestros políticos por el progreso o preferirán volver al atraso de lo viejo?
 

José Ramón Pin Arboledas
Profesor del IESE