Santo Domingo

Pedalear (o no)

No falla: llega la campaña electoral y a los políticos les da por subirse a una bicicleta y pedalear. Unos metros, no se crean, que cuando termina la campaña es raro que les fotografíen sobre dos ruedas; normalmente prefieren cuatro y si es en un coche de alta gama mejor. Ayer le tocó el turno a Ruiz-Gallardón.

La Razón
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Desde que le recuerdo, se empecina en que los madrileños nos subamos a una bicicleta. Madrid está pespunteada por un carril-bici y promete ampliarlo. Vale, pero... ¿todavía no se ha dado cuenta de que a una gran mayoría de los madrileños no nos gusta hacer ciclismo urbano? No sólo es eso, es que Madrid tiene unas cuestas, la de Santo Domingo sin ir más lejos, que hay que ser Induraín en sus horas más bajas para poder subirlas. Yo, en el fondo, le entiendo: pretende que Madrid sea una ciudad como Amsterdam o Berlín y sueña con ver a los madrileños con sus bicicletas de paseo con una cesta donde se lleva el pan y un ramo de flores.
Pero la realidad es muy terca: nos gusta ir a comprar pan y flores, sí, y lo que haga falta, pero en coche.

Y que conste que quien escribe esto no sabe conducir, pero es así. Cambiar esa mentalidad cuesta mucho más que ganar todas las elecciones municipales en los próximos cincuenta años. Los madrileños somos de natural vagos, comodones y muy poco europeos en ese sentido. Que Ruiz-Gallardón no se deprima si esta promesa electoral no nos lleva a hacer acrobacias de alegría. Puede presumir de tener uno de los mejores servicios de transporte público del mundo, que seríamos la envidia de París, Londres o Roma si nos vendiésemos mejor. A Lissavetzky le faltará un cuarto de hora para hacer lo mismo que Ruiz-Gallardón. Bueno, qué se le va a hacer, a los políticos les encanta que estemos sanos, supongo que, entre otras cosas, para que sigamos votándoles. Si es por eso, que no se preocupen. O sí...