Administración Pública
Fin de contrato
Estamos llegando al fin de fiesta, las arcas de los municipios gobernados por los socialistas madrileños han tocado fondo y ahora ha llegado el momento de las «vacas famélicas». Atrás quedaron los jardines floridos y los proyectos de servicios públicos tan megalómanos como innecesarios. El «todo gratis» ha dado paso a la indigencia de los servicios, y la defensa de lo público a los despidos en masa de trabajadores indefinidos de los ayuntamientos socialistas. El paradigma es, sin duda, Parla, patria chica de Tomás Gómez y espejo de su gestión. Decenas de trabajadores han sido despedidos, pero además se encuentran con la desagradable sorpresa de que su despido se produce por fin de contrato. Fina fórmula para dar de baja más de sesenta contratos indefinidos, que por otra parte produce el indeseable efecto de dejar a estos trabajadores sin trabajo y sin prestación por desempleo.
Esta situación –que no prueba más que la incapacidad de los gestores parleños, ya que ni siquiera les presumo la mala fe, porque para eso hay que tener una capacidad y un conocimiento del que sinceramente creo que el gobierno de Parla carece– es un trágico ejemplo de las manos en las que estamos. El socialismo madrileño en general y el de Parla en particular ha confundido la cosa pública con una orgía de servicios que garantizase su permanencia en el poder. La defensa de lo público está en la eficacia de la gestión. Mientras las flores de los jardines se marchitan, el trabajo da frutos permanentes.
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