Médicos

Carta del cooperante: Souvenir la historia de un bebé sin mamá

¿Cómo se puede alimentar a un bebé sin mamá? Para la mayoría de nosotros, la respuesta a esta pregunta no sería muy complicada: "con leche terapéutica", me diréis. Sin embargo, cuando hago esta pregunta aquí en Boguila, en el corazón de la República Centroafricana, las expresiones de la gente se vuelven serias y sus caras se muestran apesadumbradas.

Una mamá dando de comer a su hijo desnutrido / Daniela con Junior, uno de sus pequeños pacientes / Foto: Daniela Wenger/MSF
Una mamá dando de comer a su hijo desnutrido / Daniela con Junior, uno de sus pequeños pacientes / Foto: Daniela Wenger/MSFlarazon

"No hay ninguna manera de alimentarle. Es imposible", me dicen. Empecé a hacerme esta pregunta después de conocer a Souvenir, un bebé regordete y feliz que vi por vez primera cuando apenas tenía cuatro meses. Su papá lo llevó al hospital para que le echáramos una mano y que le explicáramos cómo debía hacer para proporcionarle una alimentación adecuada, pues la madre de Souvenir había muerto poco después del parto. En situaciones como ésta, lo que ocurre normalmente es que las mujeres de la familia o de la comunidad se ofrecen para dar el pecho al bebé durante el periodo que dura la lactancia. Pero en este caso en particular no había nadie que pudiera ayudar, y tampoco había dinero, ni familia, ni ningún otro tipo de apoyo. En Boguila, la leche pediátrica no está disponible en el mercado y los biberones son prácticamente imposibles de encontrar. Pero es que además aquí el acceso al agua potable es muy limitado, hay enormes dificultades para lograr que la gente comprenda la importancia de beber agua no contaminada y culturalmente está mal visto usar biberones para alimentar a los bebés. ¡Vamos, que todo eran barreras! Sin embargo no hay tiempo para lamentaciones y había que que ayudar a ese bebé como fuera, así que me dispuse a superar todos los obstáculos que pudieran surgir.Saqué el último biberón que nos quedaba de nuestro almacén de medicinas. Lo lavé y lo esterilicé y acto seguido hospitalicé al bebé para enseñar a su papá todo lo relativo a la alimentación y los cuidados de los bebés. Le puse al día sobre los distintos tipos de leches pediátricas, le hice ver la importancia de la higiene y le comenté algunas cosas básicas más.Todos los días pasaba un tiempo con el papá para ayudarle con los cuidados de Souvenir. Eran recordatorios de cosas tan simples como acostumbrarse a lavar el biberón después de cada comida, mantener el frasco limpio, darle las tomas de manera regular, mantener la leche fresca, acunar al bebé, pero era importante pasar este ratito cada día con él hasta que consiguiera interiorizarlas.Recuerdo que el primer día que tuvimos a Souvenir ingresado, encontré un cubo de plástico en el almacén y ayudé a su papá a bañarle. Todas las mujeres del hospital nos miraban y se partían de risa. La verdad es que no sé qué les hacía más gracia: si verme a mí bañando a Souvenir o si ver a un papá lavando a un bebé, pero me imagino que tal vez sería la combinación de ambas cosas.Después de una semana, Souvenir estaba comiendo bien y su padre ya parecía entender los conceptos básicos de la higiene y del cuidado del bebé, así que nos pidió que les diéramos el alta para poder ir a trabajar al campo y preparar las tierras para la inminente temporada de siembra. Acordamos con él que volvería al hospital una vez por semana y que así podríamos hacer el seguimiento del bebé y prescribirle nuevas raciones de leche terapéutica.Las primeras dos semanas se desarrollaron sin contratiempos. Souvenir aumentaba de peso, las mujeres del hospital siempre acogían con satisfacción al papá y entre todas se hacían cargo de Souvenir durante el par de horas que tardaba el padre en ir a la consulta y recoger la leche. Lo que Souvenir y su padre no tenían en su casa, lo habían encontrado allí. Por fin tenían una comunidad de apoyo.Sin embargo, al tercer viernes las cosas cambiaron y Souvenir llegó a la consulta con diarrea. Parecía severamente deshidratado y estaba exhausto, así que no tuvimos más opción que ingresarle de nuevo... ¡De repente nos encontramos con nuestro particular dúo hospitalizado una vez más! Tras un breve análisis de la situación y una serie de preguntas al padre empezamos a ver los primeros problemas: el biberón que les habíamos dado no tenía un aspecto muy limpio y el padre parecía haber perdido el interés y el compromiso que había asumido durante las últimas semanas.Así que empezamos de nuevo con la enseñanza, pusimos el tratamiento rehidratante al bebé y continuamos durante los días siguientes dándoles apoyo a los dos. Dos días después, entré en la habitación donde estaba ingresado el bebé para ver cómo evolucionaba y para mi sorpresa me lo encontré acostado en la cama, solo, gritando y manchado de pies a cabeza por culpa de la diarrea. El padre no estaba por ningún lado y no pude evitar sentirme terriblemente furiosa. ¿Cómo había dejado sin ningún tipo de atención a su bebé enfermo? Cogí un cubo, agua, jabón y una sábana limpia y comencé a bañar a Souvenir como había hecho hace unas semanas. Preparé la mezcla de leche, lavé la botella, le di de comer y lo acuné hasta que se durmió en mis brazos. De repente estaba con un bebé en brazos al que tenía que llevar conmigo de un lado a otro para no dejarle solo. Por suerte para mí, Souvenir parecía feliz en mis brazos y se quedó dormidito muy pronto, así que con más o menos dificultades pude seguir atendiendo los demás pacientes. Después de un rato largo, el padre de Souvenir volvió, así que hice un esfuerzo para no mostrarme demasiado brusca y le expliqué pacientemente la importancia de no dejar al bebé solo nunca más.Día tras día, continué enseñando al papá cómo limpiar el biberón, le recordaba que tenía que dar de comer al bebé a determinadas horas y mantener una regularidad, le explicaba cómo suministrarle los líquidos de rehidratación y le insistía en que había que bañarle para mantenerle limpio. Y sin embargo, a pesar de todos nuestros esfuerzos, Souvenir no mejoraba: la diarrea empeoraba cada vez más, tenía picos de fiebre tanto de día como de noche y no paraba de perder peso.Le introdujimos una vía para intentar rehidratarle. El equipo de nutrición elaboró un estricto horario de alimentación, yo insté a nuestro personal para que siempre hubiera alguien presente durante las horas de la comida, para que despertaran al bebé por la noche y le dieran de comer y para que echaran una mano al papá. Era muy importante que él entendiese la gravedad del bebé y que asumiese ciertas tareas.Me llevaba el biberón a nuestra casa y lo esterilizaba varias veces al día y Souvenir estaba constantemente hambriento. Para cada comida se suponía que había que tener leche fresca, pero aquí no hay nevera para conservar el frío. Era una verdadera carrera contrarreloj. La higiene es uno de los mayores obstáculos aquí. Vivimos y trabajamos en un ambiente donde no hay letrinas limpias y donde no existen instalaciones para la eliminación de residuos. No hay pañales para los bebés, no hay barreras para el ganado, la gente no usa zapatos, el agua se utiliza sin haber sido tratada, no hay agua corriente, la gente vive hacinada en espacios muy pequeños, los suelos de la casa son la propia tierra, las chozas son de barro y la proliferación de bacterias es enorme...No sé si tenía alguna duda antes, pero en aquellos días en los que no paraba de esterilizar biberones y de hacer preparados de leche pediátrica, me quedó completamente claro la enorme importancia que tiene para los bebés el disponer de leche materna natural. No sólo por los beneficios nutricionales que proporciona, sino por lo importancia que tiene para el sistema inmunológico. Empecé a pensar que a pesar de estar haciendo todo lo posible porque no fuera así, al final iba a acabar por ser cierto que amamantar sin leche materna a un bebé sin madre "es imposible".... al menos en la República Centroafricana. A pesar de todos nuestros esfuerzos; Souvenir se nos fue una noche.

Por un lado mi corazón se quedó roto y por otro me sentía verdaderamente rabiosa. "¿Cómo es posible que suceda esto?", me preguntaba constantemente. Pusimos mucho esfuerzo para ayudar y enseñar al papá de Souvenir a que se responsabilizara de su bebé.... pero sin duda fallamos... le fallamos a Souvenir. Sus posibilidades de vivir se vieron truncadas en un camino con demasiadas barreras. Lamentablemente, la historia de Souvenir no es un hecho aislado y por eso nuestro equipo está aquí presente: para ayudar a una comunidad que tiene que luchar día a día para poder proporcionar a los suyos las cosas más básicas de la vida: alimentos y agua potable. No siempre es fácil, pero no duden que nuestra batalla continuará.