Desahucio

Des-ocupación

La Razón
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La ocupación se ha convertido en el deporte nacional en la villa, el hotel Madrid, luego un edificio en Tirso de Molina y las autoridades silbando. El derecho de propiedad ha sido la base sobre la cual se han construido las democracias occidentales; fue el primer derecho en ser reconocido en las constituciones liberales y sin duda ha sido el pilar sobre el que ha descansado la igualdad y la permeabilidad social.
 El sistema está miope al permitir desahucios a la vez que se indulta a banqueros. Hace tiempo que el Gobierno debía haber intervenido en esta cuestión, no sólo por la finalidad social que nuestra Constitución atribuye a la propiedad, sino por pura lógica económica. La última barrera a la crisis es la vivienda familiar, si se flexibilizasen los pagos y se acondicionaran a las posibilidades de los ciudadanos, los bancos evitarían morosidad y la falta de ingresos sería menos gravosa, dando así un respiro a la posibilidades del consumo y la economía.
Sin embargo la ocupación sin más de la propiedad ajena no es consentible, porque introduce inseguridad jurídica en el mercado y paraliza las inversiones inmobiliarias, lo que sin duda genera más paro e injusticia social al no utilizarse los edificios para los más necesitados.
Esta complacencia con los ocupadores que suelen ser desocupados voluntarios más que necesitados, esta dando vía libre a movimientos colectivistas, que nos dirigen a la abolición del derecho de propiedad, lo que pone en peligro, por muy simpáticos que nos parezcan, nuestro sistema de libertades.