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El último puente por Santiago Talaya
«Cuando llegue al río, cruzaré el puente». Han sido decenas las veces que hemos escuchado a José Antonio Griñán resumir en esta frase su concepción, azarosa y providencialista, de la ciencia política. Pues bien, el Rubicón del 25 de marzo está a menos de cuatro semanas y el último puente que le queda al presidente de la Junta –todos los demás los ha volado o se lo han volado– es éste del 28 de febrero, festividad en una Andalucía con un treinta y un por ciento de paro treinta y un años después de gozar, se supone, de la autonomía plena. Griñán quedará posiblemente para la Historia como el hombre que pudo ser y no fue. Quiso regenerar el socialismo andaluz y desde Andalucía el socialismo federal con savia nueva ofreciéndose él mismo a los cirujanos de la socialdemocracia como el generoso y cautivo árbol talado de Miguel Hernández, sangrando, luchando y perviviendo por un futuro que sus ojos no verán (otra de sus ideas recurrentes). ¿No ha podido o no le han dejado? Sin duda ha sobreestimado la capacidad de los jóvenes dirigentes en que decidió apoyarse, gente muy por debajo de su talla política, cultural y humana. Tal vez los hubiera mejores aunque tampoco descarten que apenas quede ya nadie en los montes del PSOE andaluz. Ahora bien, lo que sin duda sí subestimó fue la resistencia de la vieja guardia del aparato, a la que perteneció material pero no químicamente, a dejar prebendas y capacidad de influencia. Nunca le han perdonado que los traicionara y desde el congreso regional de 2010 le han hecho la vida literalmente imposible. El próximo 25 de marzo el Partido Popular ganará por una holgada mayoría en Andalucía y será en gran parte por el éxito de un Javier Arenas en la cumbre de su madurez política. Pero, no se engañen: un porcentaje no menor de dirigentes socialistas desea perder y no moverá ni un meñique por el triunfo para intentar controlar, de igual a igual, de perdedores a perdedores, la maquinaria socialista a partir del 26 de marzo. No les importa que quede obsoleta. Para ellos, desde hace muchísimos años, es solo un juguete regalado por el artículo 151 de la Constitución.
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