Australia

Bono ensaya un recorte en la jornada laboral de sus señorías

Se acabaron los jueves de maletas y carreras por los pasillos del Palacio de San Jerónimo para tomar vuelos y trenes. El trasiego previo a la salida de los diputados con destino a sus circunscripciones se trasladará, de momento, a los miércoles.

El presidente del Congreso, José Bono, ejerce de anfitrión ayer con la gobernadora general de Australia, Quentin Bryce
El presidente del Congreso, José Bono, ejerce de anfitrión ayer con la gobernadora general de Australia, Quentin Brycelarazon

Nada se sabía al respecto. Pero ayer el presidente de la Cámara Baja, José Bono, sorprendió a propios y extraños con una innovadora reducción de la jornada laboral –que no salarial– de sus señorías. Sin solemnidad, sin previo aviso, sin aforo suficiente para valorar, discutir o votar su oferta y casi casi de tapadillo, el presidente del Congreso anunció que en las próximas semanas la sesión plenaria durará dos y no tres días como hasta ahora. La producción legislativa se desarrollará pues los martes y miércoles. ¿Los jueves? Quedan libres para comisiones y otro tipo de actividad parlamentaria. Vaya por delante que las sesiones plenarias no es la única actividad a la que se dedican sus señorías cuando pululan por el Congreso. La inmensa mayoría trabaja también en comisiones, subcomisiones, interparlamentarias, delegaciones y demás formatos parlamentarios que suelen celebrarse entre los martes por la mañana y los jueves por la tarde, siempre que no haya pleno.

Hay semanas que la agenda entre martes y jueves es tan apretada que algunas reuniones se convocan los lunes por la tarde e incluso los viernes. Bien es verdad que es el pleno donde los ciudadanos visualizan con mayor claridad el trabajo de sus señorías. Y es en este formato donde José Bono quiere introducir cambios. De momento, es un ensayo que distintos portavoces, según versión de Bono le han hecho llegar al presidente. Los grupos niegan la mayor. Y al menos el PP e IU siempre que Bono lo ha insinuado se han opuesto. Pese a ello el presidente procedió por el artículo primero a anunciar el ensayo durante los últimos minutos del pleno ayer, cuando se disponía a levantar la sesión y cuando en el hemiciclo apenas había medio centenar de diputados. La propuesta tiene, como siempre, partidarios y detractores, si bien todos los grupos coinciden en que si no se explica bien, la ciudadanía no lo entenderá como lo que es: una propuesta de racionalización del trabajo legislativo.

«Tengo la fuerza probablemente moral de atender lo que los portavoces me dicen y ustedes ahora más fuerza moral todavía por su presencia por si les parece oportuno que ensayemos esa fórmula que les planteo», dijo el presidente al término del pleno para justificar su propuesta. Ninguno de los pocos diputados presentes pusieron inconveniente, así que Bono levantó la sesión dando las gracias «por esa unanimidad en el asentimiento». Las reacciones llegaron después. Así, el secretario general del grupo popular, José Luis Ayllón, consideró que aunque el Gobierno «tenga puesto el cartel de cerrado por falta de ideas», el Parlamento no tiene por qué poner otro de «cerrado por falta de Gobierno». El grupo socialista también mostró su disconformidad, y fuentes de su dirección manifestaron que son partidarios de «mantener el sistema actual». Tampoco sabía nada CiU, cuyo portavoz adjunto, Pere Macias, aseguró que sólo fue abordado de manera informal hace semanas, informa Efe.

Entretanto poco se sabe sobre la propuesta que el presidente del Congreso tenía que enviar a los portavoces para revisar el privilegiado sistema de pensiones de los diputados y su régimen de incompatibilidades. Hace ya seis meses que se comprometió a dar una respuesta, que está casi ultimada. ¿La decisión? Eliminar el derecho a la pensión máxima de jubilación que permite el Reglamento a todo aquél que haya estado sentado en un escaño tan sólo 11 años, establecer la incompatibilidad absoluta con cualquier actividad privada, eliminar el derecho a la indemnización parlamentaria a los diputados que dejen de serlo si tienen otra actividad cuando dejen el escaño y suprimir las pensiones para viudas y huérfanos de parlamentarios. La reacción de los grupos se espera airada. Como airada fue la respuesta de ayer a la penúltima idea genial de Bono sobre la jornada laboral. Habrá polémica seguro.

Las dilatadas vacaciones de los diputados
La reducción de la semana laboral de los diputados llega en un momento en el que a los trabajadores se les exige cada día más. Por tanto, es inevitable abstraerse en este debate de la eterna polémica sobre las dilatadas vacaciones parlamentarias, establecidas, eso sí, en Navidad y verano. ¿Recuerdan? Sólo la presión social hizo que por primera vez diputados y senadores tuvieran que reconsiderar el año pasado su descanso estival. Y así fue como todos los grupos acordaron celebrar dos plenos en julio. Pero lo cierto es que una Navidad más, la pasada, los parlamentarios echaron el cierre a mediados de diciembre y no regresaron al Congreso hasta la segunda semana de febrero.

Más de 40 días de intenso trabajo –arguyen ellos– en sus respectivas circunscripciones. Si restamos al año, los meses de julio, agosto y enero, inhábiles para el Parlamento español, nos quedan 9 de trabajo. Pero de estos habría que descontar las primeras semanas de cada mes, que también son inhábiles: así que nos quedarían 25-27 semanas. Eso si para los parlamentarios fueran de lunes a viernes. Pero como, con alguna excepción, son de martes a jueves… Echen números.