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El mito de Sísifo

La Razón
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El ensayo escrito por Albert Camus, en 1942 comienza con la cita del poeta griego Píndaro: «No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, sino que apura el recurso hacedero». Recordemos que Sísifo, hizo enfadar a los dioses por su extraordinaria astucia y, fue condenado a perder la vista y empujar perpetuamente un peñasco gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para que volviese a caer rodando hasta el valle, y así eternamente. A veces cuando se analiza la situación de nuestro sistema de justicia, se puede pensar que alguien hizo enfadar a muchos dioses, y estamos condenados de por vida, a empujar un peñasco de asuntos de forma permanente, y como Sísifo, ver cómo caen de nuevo hacia el valle de las incesantes demandas, querellas, recursos, etc.

Cuando se compara el número de asuntos que soporta nuestro sistema de justicia con el de otros países, se queda uno impresionado; y por fortuna, no está colapsado gracias a la entrega de los profesionales con carácter general. Hoy hemos diseñado, aunque todavía no desplegado, un moderno sistema de gestión, que se ha convenido en denominar «nueva oficina judicial», algo que si al final se consigue, supondrá una auténtica revolución. Pero la población española, no percibe ni los cambios, ni la modernización. En cualquier caso no cabe duda de la bonanza de la reforma, no cabe duda de que la transformación de los viejos legajos en expedientes electrónicos, va a ser, además de un reto, el principio de la solución de nuestra pesada roca. Pero hasta que no se actúe de verdad, y de forma decidida, en reducir el peso de la piedra que estamos condenados a transportar, no se conseguirá nada.

Las nuevas tecnologías no van a solucionar la lista de espera, por ejemplo los juzgados de lo contencioso de las grandes ciudades, en concreto en Madrid, están señalando juicios para el año 2013. Resulta obvio, por ejemplo, que ante la denegación de una licencia de apertura de un local de negocio, esperar a ese año para que un Juez pueda reconocer el derecho, acaba con una mínima expectativa del derecho a la tutela judicial efectiva. La solución no es duplicar la planta de jueces, ningún país lo hace y el nuestro no lo puede soportar, la única solución, es generar instrumentos que reduzcan drásticamente el constante abuso de la jurisdicción que se hace en España. Se demanda por todo, se denuncia todo y se recurre todo, aunque las expectativas de los derechos esgrimidos sean mínimas o en muchos casos inexistentes.

Para ello, y antes de acometer otras reformas, más pensadas en necesidades políticas que en las de los ciudadanos, se deben establecer recursos procesales suficientes para desanimar al abuso de los pleitos, se deben generalizar las tasas judiciales, racionalizar la justicia gratuita, generalizar la posibilidad de las inadmisiones a trámite de asuntos descabellados, se debe generar más responsabilidad deontológica en todos los profesionales, en el asesoramiento, y no provocar inútiles pleitos.

 Alguien podría pensar, que con ello se pueden estar limitando derechos, y no es así, se fortalece el derecho real de acceso a la justicia para el que realmente lo necesita, y lo que es también importante, se nos evita a la inmensa mayoría, soportar vía impuestos los abusos de una minoría, porque no hay que olvidar, que los recursos públicos los pagamos todos, utilicemos o no el servicio, Si los ciudadanos supieran que nuestro sistema permite a un entrenador de un club de fútbol de primera despedido litigar con justicia gratuita, ó que un extranjero expulsado en frontera y que nunca va a volver a España, puede sostener la causa hasta el Tribunal Constitucional, ¿qué pensarían? Por ello, antes de acometer reformas como cambios en la investigación criminal, o en la acción popular, esperemos que con confesables intenciones, se deba trabajar para reducir la litigiosidad y luego acomodar el sistema a esa nueva situación.

Los asuntos que soporta nuestra Justicia, no constituyen una cifra inexorable, que haya que soportar con absoluta indolencia, se debe luchar contra la misma como si se tratase de un gran problema, porque lo es. También nos toca a los Jueces trabajar para ello, esforzándonos en reforzar el principio de seguridad jurídica, intentando ser, además de justos, previsibles en nuestras resoluciones, respetando sobre todo el principio de legalidad, y asumiendo la Jurisprudencia elaborada por las instancias judiciales superiores; la imaginación, es más propia de publicistas, literatos, en general del mundo del arte. Afanarse en utilizar los procedimientos para acomodar y conducir desahogos intelectuales personales o erráticas ideologías, no es la mejor forma de hacer justicia; para ello están las obras jurídicas, y los artículos de opinión. La lentitud en la justicia, su imprevisibilidad, y el abuso de la misma, nos acercan al colapso del modelo, convirtiéndose en auténticos jinetes del apocalipsis, los cuales, ya cabalgan libremente en España.