Sevilla

Votar es un placer

La Razón
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Por lo menos debiera serlo. Pensar que con depositar tu papeleta en una urna puedes quitar a ese alcalde inepto que arruina tu ciudad e incluso tu vida, o puedes sentar en el sillón de la Alcaldía a una mujer o a un hombre que te da confianza, que sabes que camina con honradez. En «Herrera en la onda», en esa especie de gran show que protagoniza los jueves Carlos Latre, hacía pasar a los personajes habituales de la vida social o rosa, que él imita magníficamente, y les preguntaba a quién pensaban votar. Lógicamente se acogían al secreto del voto. Efectivamente, la ley garantiza que tu voto pueda ser secreto, pero no te obliga a ello, puedes decir públicamente a quién vas a votar. No lo he hecho nunca, me he mantenido en los del secretismo, pero en estas elecciones quiero que todo el mundo sepa para quién va a ir mi apoyo. Soy vecino de Espartinas y votaré a Domingo Salado, del PP. Lo haré porque en este municipio se ha establecido una especie de monarquía hereditaria en el Ayuntamiento, pero refrendada en las urnas. Doña Regla ya puso al pueblo en una magnífica situación y su hijo Domingo ha seguido tan buena senda. Disfruto de las muchas prestaciones que este Ayuntamiento pone a disposición de sus habitantes, con el mérito añadido de no tener ningún apoyo de la Junta de Andalucía. Si el voto lo tuviese que depositar en Sevilla capital, no tendría ninguna duda, votaría por Juan Ignacio Zoido. Por su intenso trabajo en estos años, porque estoy seguro de que tiene capacidad para regenerar el ambiente asfixiante que a nivel político se respira en la ciudad. No soy de los que opinan que Monteseirín no ha hecho nada bueno, es imposible en 12 años de mandato, creo que ha tenido bastantes aciertos. Pero su abrazo con el oso Torrijos lo ha dejado KO. Del actual equipo de Gobierno, salvo a la estupenda Rosamar Prieto-Castro, a la que pienso dedicar un artículo con el cariño y el respeto que le tengo.