Ciudad Real

Gachas que fueron troyanas quijotescas goyescas y absurdamente prohibidas

La historia de las gachas, puches o poleadas corre en paralelo con la historia humana. Las comían los aqueos que sitiaban Troya, Don Quijote se las encuentra hasta dentro de su celada, y Goya las inmortaliza en el grabado «Gracias a la almorta», en referencia a la gran hambruna que sufrió Madrid en 1812.

 
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Pero los casos de latirismo, una grave enfermedad del sistema nervioso central, que tuvieron lugar en 1941 en la provincia de Ciudad Real y en el Baix Llobregat, decidieron a la autoridad a prohibir su consumo en 1944. Una prohibición, que más allá de obligarnos a comprar la harina de almorta en tiendas de animales, nadie se ha tomado en serio y que está a punto de ser levantada porque su consumo, hasta dos veces por semana, no plantea ningún problema.


La receta
Ingredientes

250 g. de papada de cerdo
5 cucharadas de harina de almortas
½ cucharada de pimentón picante
1 dl. de aceite de oliva virgen
Unos granos de alcaravea
100 g. de pan
Sal al gusto
Pimienta al gusto
Agua

Preparación
1- En una sartén mediana con aceite de oliva virgen muy caliente se fríen los dados de pan, cuando estén crujientes se retiran y se dejan reposar sobre papel de cocina absorbente.
2- En otra sartén se fríen los ajos cortados en mitad hasta que estén dorados, y se retiran.
3- En la misma sartén, se fríe la papada cortada en pedazos pequeños y el pan duro cortado en dados, y se reservan.
4- A continuación, se empieza a añadir la harina de almortas, el pimentón, la pimienta, los granos de alcaravea y la cantidad de agua suficiente para formar un puré espeso. Se retira del fuego cuando las gachas empiecen a hacer «pedorretas» o a «tirarse pedos», que es como coloquial y culinariamente se denomina a las pequeñas explosiones de las burbujas de cocción en la superficie del puré.
5- Se añaden los dados de pan frito y se toman de la misma sartén grande al ritmo de «cucharada y paso atrás» o en pequeñas sartenes individuales.

Fuente de felicidad y salud inmunitaria

Las gachas manchegas, por su gran contenido calórico, derivado de los hidratos de carbono de la harina de almortas y de los picatostes, y su elevado contenido graso, consecuencia de los churruscantes torreznos y el aceite frito, no es plato recomendable para los que tienen exceso de peso ni para aquellas personas que padecen hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia, hiperuricemia o altos niveles de ácido úrico en sangre, pero en el resto de los casos, la euforia y felicidad que produce la cata de esta reliquia gastronómica redundará en un mejor funcionamiento del sistema inmunitario que protegerá de bacterias, virus, hongos y agentes tóxicos, al tiempo que ayudará a cerrar heridas y a mejorar la salud del cabello y la piel.