Francia

Europa duda de las cuentas públicas de Portugal

Lisboa se ha acostumbrado a convivir con un elevado déficit en el que no ha incluido algunas partidas

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MADRID- La Unión Europea no se ha creído casi nunca los objetivos que Portugal ha fijado en el Plan de Estabilidad. De ahí que haya «obligado» a su Gobierno a llevar a cabo tres planes de ajuste para conseguir acabar con su principal desequilibrio, el déficit público, que en 2010 cerró en el 7,3%, dos puntos porcentuales menos que en el año anterior, según anunció el propio primer ministro, José Sócrates, a principios de enero. En la primavera del pasado año, Portugal envió a la Comisión Europea un plan que situaba el déficit de 2010 en el 8,5% y en el 7,9% el de 2011.

Ahora, la oficina estadística europea, Eurostat, ha puesto en duda los datos anunciados por el Gobierno luso porque, al parecer, no ha incluido la nacionalización del Banco Portugués de Negocios y algunas ayudas a las empresas de transporte público.


Endeudamiento crónico
La ingeniería contable no es un hecho nuevo en la Unión Europea, como tampoco lo son los incumplimientos de los planes de estabilidad a los que se comprometen los distintos países. En su momento, Francia y Alemania fueron los primeros en saltarse a la torera el tope de déficit entre 2003 y 2005. El último en sumarse a los engaños contables ha sido Grecia, que trato de ocultar un desajuste de sus cuentas públicas en 2009, que realmente cerraron con un déficit del 15,4%, lo que acabó condenando al país al rescate por parte de la UE y el FMI.

Déficit y deuda pueden condenar a Portugal a ser el tercer país de la eurozona que necesita la ayuda internacional para sacar a flote su economía, tras Grecia (mayo de 2010) e Irlanda (diciembre de ese mismo año). Si damos por válidos los datos que maneja Eurostat sobre la economía portuguesa, el desajuste presupuestario de 2010 fue del 7,3% del PIB, que tendría que reducirse al 4,6% este año y al 3% en 2013.

El crónico déficit de las finanzas públicas portuguesas ha elevado la deuda pública hasta el 76,1% del PIB (datos globales de 2009), dos puntos porcentuales más que la media de la Unión Europea.

Este binomio déficit-deuda es el que tiene desconcertado a los mercados financieros, que se han encargado de castigar las emisiones de deuda soberana desde la primavera del pasado año. Ayer, antes de que el Parlamento debatiera el cuarto plan de ajuste del Gobierno, la prima de riesgo de la deuda portuguesa comenzó la sesión con subidas, hasta finalizar en 454 puntos básicos.

Todo lo contrario sucedió con la prima de riesgo de España (el diferencial del bono a diez años con el de Alemania), que cerró en 187 puntos. Los analistas interpretan estas tendencias como un signo claro de que la economía española nada tienen que ver con Grecia, Irlanda y Portugal. A cierre de los mercados, el bono portugués a diez años ofrecía una rentabilidad del 7,84%, cuando al español le bastaba con el 5,173% y al alemán, con el 3,236%.

Los restantes indicadores de Portugal (ver gráfico) pueden aguantar cualquier comparación con economías similares. Los precios han crecido en los dos primeros meses del año a tasas interanuales del 3,5% (el IPC de España está en el 3,6%), el desempleo afecta al 11,2% de la población activa y el PIB está creciendo ya, aunque a tasas muy bajas, que no reducen la diferencia con la riqueza media de la UE-27, un 25% superior.


Qué pidió la UE
El cuarto plan de ajuste, que el Parlamento no ha querido ratificar, obligaba al Gobierno de José Sócrates a reducir los gastos en educación y sanidad, a congelar las pensiones y a recortar el salario de los funcionarios públicos hasta el 10%.

En los tres anteriores, Portugal elevó el impuesto sobre el valor añadido (IVA) hasta el 23% (en España está tras la correspondiente subida obligada por la UE en el 18%) y el impuesto sobre la renta en un punto porcentual. Nada de esto ha satisfecho ni a la UE ni a los inversores.