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Sinergias socialistas

La Razón
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Hay gente –nunca faltan los maliciosos ni los malévolos– que se empeñan en hablar de la muerte del socialismo apelando a fenómenos históricos incontrovertibles como el desplome de la Unión Soviética o la caída del Muro de Berlín. No soy yo tan optimista y no lo soy porque creo que el socialismo es un extraordinario creador y fortalecedor de sinergias. Me explico.

 

Se preguntaba la gente estos días de atrás cómo habría conseguido el novio de Bibiana Aído –sí, ese señor otoñal tocayo del amante de una tonadillera– colocarse en un puesto como la delegación de la Junta de Andalucía en Madrid. Bueno, pues han tardado un periquete las malas lenguas en sacar a la luz que si Gaspar Zarrías colocó al novio de la señorita Aído en la delegación, también la señorita Aído ha colocado a la esposa de Zarrías en su ministerio.

 

A esto se le llama sinergia y pasarlas por alto equivale a caer en un tipo de análisis que no capta en profundidad de lo que es el PSOE. Y es que el partido fundado por Pablo Iglesias, desde el momento en que comenzó a respirar, se las apañó para colocar a su gente recurriendo a las sinergias. Por ejemplo, el PSOE colaboró con entusiasmo con la dictadura de Primo de Rivera a cambio de arramblar con cargos y fondos públicos y, de manera nada oculta, de que el dictador acabara con la anarquista CNT. Llegada la segunda república, el PSOE apoyó con verdadero entusiasmo la creación de salarios y prebendas para cargos públicos impensables durante la época de la monarquía parlamentaria.

 

No sólo eso. Incluso demostró una cierta creatividad para redactar normas que colocaban en sus manos la vida económica de ciertos sectores de la producción. Y eso sucedía en tiempo de paz porque nada más estallar la guerra, UGT y PSOE dieron rienda suelta a una imaginación prodigiosa para la sinergia. Por ejemplo, en Madrid, la UGT decidió incautarse de las viviendas de alquiler y, acto seguido, redujo las rentas a la mitad, eso sí, con un pequeño detalle y es que las percibieron no los legítimos propietarios de los inmuebles sino el sindicato socialista. No me voy a detener demasiado en los numerosísimos expolios acontecidos durante el conflicto y debidos al PSOE y a la UGT incluyendo el desvalijamiento de las cajas de seguridad del Banco de España y voy a pasar a nuestra Historia reciente.

 

La llegada del PSOE a los ayuntamientos provocó una revolución tal en el precio de la vivienda que lo que, a inicios de los setenta, constituía un bien de compra relativamente fácil se convirtió en la «Misión imposible» del noventa por ciento de los españoles. Las sinergias, ya se sabe, que no han dejado de crecer desde entonces. Ahí están Manolo Chaves ayudando a las empresas en las que trabaja su hija Paulita; Pastrana, el duro sindicalista, con parientes colocados en todo tipo de organismos de la Junta de Andalucía o Maragalles y demás apellidos históricos del socialismo catalán repartiéndose consejerías y sinecuras. Son sinergias y es que, como dijo ese inolvidable filósofo del siglo pasado que se llamaba Elvis Presley: «Yo rasco tu espalda y tu rascas la mía». Como Aído a Zarrías y Zarrías a Aído. La única pena es que las sinergias las paguemos siempre los mismos.