Los ministros se resisten a dejar la dirección del PP

MADRID- En junio se cumplirán cinco años de aquel controvertido Congreso de Valencia en el que Mariano Rajoy se reinventó como líder de la oposición tras su segunda derrota en unas elecciones generales. Hoy, el PP arranca el Congreso más tranquilo de su historia, a decir de los más veteranos. El Congreso más anodino, lo que para una organización política siempre es motivo de satisfacción porque es el mejor síntoma de que las cosas le marchan bien. En junio de 2008 el hoy presidente del Gobierno era un líder que tenía que justificar por qué seguía; hoy es quien decide quién sigue, sin miedo a que nadie le discuta.

Aquel cónclave era de transición, tanto que el debate central fue si elegían al candidato a la Presidencia del partido o también al próximo candidato a la Presidencia del Gobierno, con ruido de «primarias» de por medio. El «aparato», como siempre acaba ocurriendo en los partidos, ganó. Y formalmente se respetó la tradición de que lo uno fuera unido a lo otro, aunque internamente nadie, ni sus más afines, apostaban fuerte por la posibilidad de que Rajoy venciese a todos los Goliats que le esperaban fuera, y dentro de «casa». Las urnas les vencieron y fueron las que le consolidaron, porque a partir de entonces cada proceso electoral le sonrió, y cada vez, además, le sonrió con más fuerza.

A diferencia del de entonces, este Congreso de Sevilla arranca con los compromisarios convencidos de que van a reelegir a su «número uno» para los próximos ocho años. Ni el hecho de que España se tenga que preparar para hacer frente a su segunda peor crisis desde que estalló la crisis financiera internacional, y posiblemente de la historia de la democracia –en 2008 hubo un desplome del PIB del 2,8 por ciento y ahora se prevé que esté entre el 1,5 y el 2 por ciento–, ha hecho mella en la confianza del PP en que con Rajoy han llegado al Gobierno para quedarse al menos dos legislaturas.

Y hay más diferencias. El de 2008 era un partido vencido, asustado, dividido... Y el de hoy gestiona la mayor cuota de poder territorial de su historia; está unido, porque no hay nada que una más que la cercanía a la victoria; y se siente tan seguro que hasta se atreve a hacer un sonoro ejercicio de nostalgia para reivindicar con efectos pirotécnicos la figura de Manuel Fraga.

Con estos mimbres, a Rajoy le ha tocado ahora diseñar otra operación de reinvención, no para sobrevivir él, sino para que su partido sobreviva a la mayoría absoluta que le dieron las urnas el 20-N. El presidente del Gobierno ha diseñado una estructura de dirección estrictamente funcional, que dirigirá, sin delegaciones, María Dolores de Cospedal, que repetirá como secretaria general.

Según el plan inicial de Rajoy, y de Cospedal, de esa dirección se quedaban fuera los ministros, incluidos los de mayor rango en su Gabinete, precisamente para que se dedicaran en exclusiva a su gestión ministerial. Pero algunos, no todos, han mostrado sus discrepancias al respecto y le han hecho llegar en estas últimas horas el mensaje de que sería conveniente que estuvieran, aunque fuera en una posición meramente representativa. Este debate se mantiene abierto hoy, y ya se sabe que a Rajoy no le gustan los conflictos.También al menos según los planes sobre los que ayer se trabajaba, su intención es suprimir los «maitines». Él seguirá presidiendo las reuniones de la dirección del PP y también conservará un importante papel, aunque no dispusiese de cargo orgánico, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, por ser el eje del Gobierno.

En este nuevo equipo directivo se mantiene el presidente del PP andaluz, Javier Arenas, al menos hasta las autonómicas en las que concurre como candidato, y también estará Manuel Cobo. Además continuará el hasta ahora vicesecretario de Comunicación, Esteban González Pons, aunque no repetirá como portavoz. El puesto clave será el de Organización. Para ese cargo tiene el perfil idóneo Juan Carlos Vera, uno de los pocos «veteranos» que no ha saltado al Gobierno y que, además, controla precisamente esta «pata» del partido. El elegido será, en cualquier caso, una persona de la máxima confianza de Cospedal. En los primeros niveles no habrá noticias de impacto, y el grueso de la renovación afectará a los segundos estamentos.

Camps decide no ir al Congreso
Su intención inicial era acudir al Congreso del PP de Sevilla, y con ello contaban, además, en la dirección nacional del PP, intención a la que habían dado el visto bueno. Pero, finalmente, el ex presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ha reflexionado y no asistirá al cónclave. Camps sigue retirado de la primera línea, por decisión propia, después de que un jurado popular le absolviese del «caso de los trajes». Quien sí estará, y participará, en el cónclave será el ex presidente del Gobierno José María Aznar. La novedad es que a diferencia de otras ocasiones anteriores, en las que ha actuado en la sesión inaugural, esta vez Aznar hablará en la jornada de mañana, sábado. Un día de agenda intensa, ya que Mariano Rajoy presentará su lista a la Ejecutiva y su candidatura. Además, saldrán las conclusiones de las ponencias y el PP rendirá homenaje a la figura de Manuel Fraga con la proyección de un cortometraje sobre él que incluye conversaciones inéditas.

LAS CLAVES
1.- DEBATE DE IDEAS
Se quiere que la reunión sirva para buscar soluciones a la crisis y consolidar el proyecto político.
2.- PRESIDENTE
3.172 compromisarios renovarán el mandato de Mariano Rajoy como presidente del partido por otros 4 años más.
3.- NÚCLEO DURO
Cospedal seguirá como «número dos» del PP, con Javier Arenas y González Pons como parte de su «núcleo duro».
4.- DIRECCIÓN
Sánchez-Camacho, Moneo, Güemes y Cobo se barajan como posibles miembros de la nueva Ejecutiva.
5.- ANDALUCÍA
En el Congreso habrá una mesa de debate dedicada exclusivamente al futuro de Andalucía.
6.- EXTRANJEROS
El presidente del Partido Popular Europeo, Wilfred Maertens, estará presente en los debates de Sevilla.