La Habana

Gadafi y otros sesenta y seis más por Alfredo Semprún

insistimos: esta es la última vez que se le ha visto en público
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Que a Gadafi lo asesinaron después de su captura lo vimos todos por la tele. Lo que no supimos es que esa misma tarde las milicias reunieron al resto de los prisioneros y los despacharon a tiros en las proximidades del hotel Mahari, en Sirte. Lo revela, un año después de los hechos, Human Rights Watch en un profuso informe de 50 páginas. Los testimonios son concluyentes en 17 de los casos. Se trata de militares gadafistas que fueron filmados vivos tras la captura del convoy fugitivo y cuyos cadáveres fueron hallados al día siguiente con señales de golpes y un tiro en la nuca. HRW también recuerda que uno de los hijos de Gadafi, Motassen, fue fotografiado y filmado en el interior de la habitación donde le mantenían prisionero. Tenía una herida leve en la cabeza, fumaba y se insultaba con sus guardianes. Su cuerpo, con una herida mortal en el cuello, se encontró en las afueras de la ciudad de Zintan, base de la milicia que había capturado al dictador, un día después. Por lo demás, el relato de los hechos no difiere mucho de la versión oficial del Gobierno libio: que un convoy con un centenar de combatientes, la guardia pretoriana de Gadafi, trataba de abandonar la asediada Sirte. Que fueron detectados y atacados por cazabombarderos franceses y que el coronel se escondió en un colector bajo el puente de una autopista, muriendo en el subsiguiente intercambio de disparos. Ya vimos todos que no fue así, pero el nuevo Gobierno libio se mantiene en sus trece.
Se tiene, incluso, la versión que dio en su día el miliciano que le capturó, un joven llamado Omrah Shaban, cuya imagen, exhibiendo el revolver dorado del coronel, dio la vuelta al mundo y le hizo famoso. Omrah, que entonces tenía 21 años, explicaba que Gadafi no opuso resistencia a la captura y que estaba desorientado, como si no entendiera qué es lo que estaba pasando. Omrah pasó a ser «el hombre que capturó a Gadafi» y se le recompensó integrándole con sueldo en el Cuerpo Supremo de Seguridad, una unidad paramilitar al servicio del Gobierno. No ha tenido una buena muerte. Aunque las noticias que vienen ahora de Libia son escasas, parece que los bastiones gadafistas se están reorganizando. En uno de ellos, en Beni Walid, que fue la penúltima ciudad en rendirse a los rebeldes, se han establecido grupos de autodefensa. Una de estas milicias capturó a Omrah Shaban a primeros de julio y lo mantuvo prisionero durante cincuenta días. Maltratado con saña, el «hombre que capturó a Gadafi» tuvo que ser hospitalizado en París, donde murió el pasado 25 de septiembre. Sus compañeros no están dispuestos a dejar correr el asunto y han puesto cerco a Beni Walid. Exigen la entrega de los secuestradores y llevan varios días bombardeando la ciudad, que tiene 70.000 habitantes, aislados y estigmatizados por su apoyo al coronel. El jueves, el número de víctimas mortales había subido a siete y no había trazas de que los gadafistas fueran a ceder fácilmente.

La resistencia de los ex partidarios de Gadafi no se explica tanto en el deseo de restaurar el régimen como en la necesidad de salvar, literalmente, los muebles. Es el caso de Beni Walid, pero también de Sirte y de algunos barrios de Trípoli. Frente a las expediciones de castigo de las milicias, que no son muy proclives a obedecer al Gobierno de transición, los grupos de autodefensa montan emboscadas y tratan de cazar al descuido a los jefes milicianos más caracterizados. Varios han muerto asesinados y los tiroteos nocturnos con las patrullas son cada vez más frecuentes. Eso, en el norte. En el sur del país, no existe autoridad central y cada tribu se organiza para defenderse de los vecinos. Los analistas de la revista «Jeune Afrique», una de las pocas publicaciones que mantiene el foco en Libia, calculan que habrán de transcurrir diez años para que se pueda hablar de la existencia de un Estado en el sentido clásico del término. Otra semana hablaremos de Siria, donde la fragmentación territorial, religiosa y étnica, es mucho más complicada.

 

Insistimos: esta es la última vez que se ha visto a Fidel en público
El Gobierno castrista ha dado gran relevancia tipográfica –nada menos que las portadas de «Granma» y «Juventud Rebelde»– al «Mensaje de Fidel» dirigido a los graduados del Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas «Victoria de Girón» de La Habana, con motivo de su cincuenta aniversario. El texto, con la firma de Castro y fechado el miércoles 17 de este mes, fue leído por el ministro de Sanidad, Roberto Morales, durante los actos conmemorativos. El Gobierno responde así a los rumores que hablan de un agravamiento del estado de salud de Fidel Castro, que cumplió en agosto 86 años. Pero, insistimos, la última vez que se le vio en público fue en marzo, en la nunciatura de La Habana.