Bolivia

La crisis del Sáhara desinfla el «efecto Rubalcaba»

La crisis del Sáhara Occidental se ha convertido en el particular tsunami del Gobierno, que amenaza con llevárselo por delante, si no corrige el rumbo del huracán. En menos de un mes de la remodelación del Ejecutivo, los sucesos de El Aaiún han pinchado el «efecto Rubalcaba».

El presidente del Gobierno, ayer, junto a su vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, en el Congreso
El presidente del Gobierno, ayer, junto a su vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, en el Congresolarazon

«Lo ha pulverizado sin que nadie pueda remediarlo», asegura a este diario un líder socialista. La llegada del superministro, ahora vicepresidente primero y portavoz del Gobierno, a La Moncloa se recibió no sólo por los votantes de izquierdas, sino también por los dirigentes socialistas, como un soplo de aire fresco, pese a su veteranía. «Lo entendimos como un retorno de la vieja guardia y con ella de la popularidad y prosperidad que gozó el PSOE en otros tiempos», admite un dirigente de la federación de Zapatero.

Sin embargo, han bastado unos días de recrudecimiento del conflicto marroquí para que se desinfle la ventaja electoral del PSOE gracias a la conversión de Rubalcaba en el todopoderoso número dos del Ejecutivo.

Así lo demuestra la encuesta realizada por NC Report para LA RAZÓN, que refleja que el 68,2% de los entrevistados cree que el Gobierno está gestionando mal la crisis del Sáhara Occidental. De hecho, una mayoría aplastante del 70,1% considera que el Gabinete de Zapatero debería imponer su autoridad frente a Marruecos.

Sin embargo, el Ejecutivo español ha optado por una posición de «prudencia» en este conflicto frente a Rabat, que tiene la llave del control del narcotráfico, de la inmigración y del terrorismo islámico. Hasta tal extremo es así que el Gobierno prefiere guardar silencio sobre si Rubalcaba demandó o no este martes a su homólogo de Interior marroquí que investigue algún hecho puntual sobre los sucesos acontecidos en los últimos días.

Y es que la moderación en el verbo de la que hace gala el Gobierno español reside en los intereses que controla Marruecos, tal y como admitió la propia ministra de Asuntos Exteriores hace unos días. Ése fue el argumento que esgrimió para no condenar los sucesos de El Aaiún.

Horas bajas

Trinidad Jiménez está viviendo una de sus horas más bajas desde que llegó al Gobierno. Reconocida por propios y extraños como una gran gestora, la réplica de la crisis de El Aaiún le cogió en plena gira por Bolivia y Ecuador. Desde entonces, no ha cesado ni un minuto de dar explicaciones sobre la situación «confusa», a su juicio, por la que atraviesa el Sáhara Occidental.

Precisamente, este conflicto es de los que afectan a la «epidermis» de los socialistas y su electorado, según admite un alto cargo del Gobierno. De ahí que se asuma con cierta naturalidad la discrepancia en el seno no sólo del PSOE, sino también del Gobierno. Pero, sin duda, los hechos de El Aaiún han vuelto a alejar al presidente del Ejecutivo de su electorado, después de la reconciliación vivida tras su plan de ajuste, que se cebó especialmente sobre los pensionistas y los funcionarios. La no condena pública del Gobierno de los hechos de El Aaiún ha supuesto un nuevo duro mazazo que ha separado a los votantes más progresistas de los socialistas del Gobierno.

Sin ir más lejos, todo el sector cultural e intelectual que respaldaba hasta la fecha a José Luis Rodríguez Zapatero le ha vuelto a dar una vez más la espalda. De hecho, se pudo ver a una nutrida representación de este colectivo en la manifestación del sábado pasado convocada en Madrid en apoyo del pueblo saharaui y su causa.

Tras un leve período de amnistía, el PSOE regresa a sus cuarteles de invierno. Ahora sus electores no le perdonan su excesiva mano izquierda con Mohamed VI. De hecho, el barómetro de TNS Demoscopia elaborado para el Grupo Antena 3 concede al PP la mayoría absoluta de celebrarse hoy las generales a trece puntos del PSOE, la mayor distancia en los últimos meses.