Irak

La semana de Martín PRIETO: Plumas de faisán

Cuando uno se mete en las cloacas, debe evitar que luego se vean las manchas. Pero si te pillan, como puede suceder aquí, lo más normal es que pague, no el culpable, sino el primero que pasaba por ahí

Angela Merkel
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Tenía razón Felipe González cuando se justificaba diciendo que a veces había que trabajar en las cloacas del Estado. Lo excelente es que el Gobierno no tenga alcantarillas, pero llegado el caso inevitable lo peor es que te descubran en delito flagrante. Los franceses saben de esto, vuelta y vuelta. Bajo el general De Gaulle, los «barbouzes» (sicarios de la mafia de Marsella) asesinaron a los militares perdidos de la OAS (Organización del Ejercito Secreto) con cargo al Eliseo, y aquí paz y después gloria. El socialista Mitterrand no estuvo tan fino y ordenó a sus servicios hundir el «Rainbow Warrior I», buque insignia de «Greenpeace», surto en Nueva Zelanda, con destino al atolón de Mururúa, donde Francia iba a realizar ensayos nucleares. Once hombres y una mujer de Inteligencia Naval lo minaron echándolo a pique y matando a un cooperante. Los «007» de guardarropía fueron detectados por los neozelandeses y dos de ellos condenados a 10 años. El escándalo internacional dejó a Mitterrand y a su primer ministro, Laurent Fabius, como terroristas y embusteros.

Frecuentar amigos extranjeros despeja la mente de miasmas porque no quieren detalles, matices y circunloquios, sino que les cuentes la pulpa de la cuestión. Por ejemplo, qué es un faisán. La gallinácea es que el presidente Zapatero tiene la obsesión, o la necesidad, de pasar a la historia como el hombre que terminó con ETA, y para ello pasa por carros y carretas. La oficina de recaudación etarra tenía una cita que la Policía convirtió en trampa, pero desde la cúpula del Ministerio del Interior se previno a la banda para que no se enojaran los asesinos que van a convertirse en mansos corderos. Y con esto tan sencillo y tan torpe, que explico a mi amigo, llevamos meses haciéndonos caldo de cerebro.

El juez Garzón envió el sumario al sueño de los justos, en lo que es experto, y su sustituto, Pablo Ruz, ha encontrado flecos que le conducen al antedespacho de Rubalcaba. La chapuza del avechucho. En nuestra deteriorada democracia la colusión entre los poderes Ejecutivo y Judicial provoca alucinaciones colectivas y en política nada es lo que parece. Lo más grave será que empapelen largamente y sin consecuencias a algún subordinado.

Del faisán solo nos vamos a comer las plumas. España y yo somos así, señora.
-273,15 ºC

En 1982 Felipe González decía que no se puede enfriar algo indefinidamente. A menos 273,15 grados centígrados es imposible seguir descendiendo en el termómetro electrónico: las partículas se paralizan y los electrones dejan de girar en sus órbitas. La datación se conoce como Cero Absoluto. El Partido del Gobierno se ha movido esta semana un poco con el baile de San Vito. Acuerdos en el aire para hacerse la foto, Zapatero en televisión hundiendo las audiencias pero muy ufano, todo para distraer al público de unas cifras de paro históricas en España y la UE. El esfuerzo es una maldición bíblica: «Ganarás el pan con el sudor de tu frente». Dispuesto a hacer ingeniería social también con el Antiguo Testamento, Zapatero ha decidido abolir el trabajo librándonos de esa condena. Que Dios se lo pague. No en balde Pau Lafargue, casado con Laura, hija de Carlos Marx, promovió desde la Internacional Socialista la fundación del PSOE y escribió el célebre opúsculo «Derecho a la pereza». Él y Laura se suicidaron de consuno. José Blanco, en el ridículo planetario de Leire Pajín, afirma que Zapatero es el mejor socialista que ha conocido jamás. Este charrán (vendedor de jureles) debe haber conocido a muy pocos. El presidente asegura que aunque las cifras son acongojantes estamos tocando suelo y remontamos de seguro el próximo trimestre creando empleo neto. ¿Déja vu? ¿No hemos oído eso antes varias veces? Esto no resiste ningún análisis. -273,15ºC. No se puede bajar más. Hemos alcanzado el Cero Absoluto.



El personaje de la semana

Angela Merkel
 La simplificación periodística la empareja con Margaret Thatcher como otra Dama de Hierro. Ambas son conservadoras pero difieren mucho.
La canciller vivió bajo el rigorista comunismo y nunca estrangularía a los mineros del carbón.
Es muy seria y no se deja manosear por Sarkozy, el tocador de señoras, pero es más moderada y flexible que la inglesa, manejándose muy bien en coalición con socialdemócratas o liberales, y ahora mismo coquetea con los verdes ecopacifistas, pese a haber enviado tropas a Irak sin que la llamen asesina.
Resulta hasta físicamente atractiva aunque sus asesores de imagen beben cicuta: parece que viste siempre el uniforme gris de una funcionaria de prisiones, no se maquilla y se corta el pelo en casquete para no peinarse. Su única dureza es que siempre hace lo que cree que tiene que hacer.
Hasta empujar a Kohl, hacedor de la reunificación y su padre político, cuando éste enredó las cuentas del partido.
El luteranismo da estos especímenes. ¿Por qué no se queda?