Para continuar hablando del comportamiento del cerebro, en la mujer y en el hombre, como decíamos la semana pasada, y siempre basándonos y recreando las teorías de Louann Brizendine, comentemos hoy sobre actores y actrices, que se meten en el personaje que interpretan y lo escenifican con el mayor realismo posible, sintiendo en las propias tripas la felicidad y la miseria, el dolor y la tristeza, el amor y la indiferencia. Stanislavski creó ese método y todavía hoy sigue vigente. Pero, ¿cómo se sale de esa persona en cuyas carnes se tienen que meter? Imagino que de la forma más sencilla, lo da el oficio.

Sin embargo, hay quienes no separan la realidad de la ficción; así Zac Efron, el de High School Musical, ha declarado en estos días que disfruta de las escenas de sexo en su nueva película "Siempre a mi lado". Hombre, somos humanos y situaciones excitantes derivan inevitablemente en excitación, eso no se puede controlar, y con toda probabilidad la pareja de uno entiende que forma parte del trabajo del otro: una cosa es el cuerpo y otra muy diferente la cabeza, donde se fraguan y conservan todos los sentimientos. Imagino que a Penélope Cruz no le preocupan los besos de su reciente marido con la adorable Julia Roberts en la película que ambos acaban de rodar. Incluso el que se dieron ante los fotógrafos en San Sebastián esta semana pasada, porque todos sabemos que forma parte de la promoción, de la publicidad que atrae a público y prensa, y que esa pasta especial de la que están hechos los cómicos tolera con naturalidad cualquier situación consustacial a la profesión. No podría ser de otra manera.