Elecciones
San Demoscopio
El patrón de las encuestas, San Demoscopio, nos tiene de los nervios con su avalancha de sondeos. No sólo los políticos –que las desayunan «every day» junto con los montaditos de ruedas de molino suministrados por los aparatos de sus partidos correspondientes– son víctimas de los resultados de estos diversos informes que nos explican qué pensamos, quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, amén de certificar que estamos solos en el universo. O sea: en el espacio. (Schengen).
Analizar las encuestas debe ser tan estresante como que la llamen a una, que ni sabe guisar, para encargarle el catering de la Última Cena.
Los estudios de intención de voto –Españita tiene sed de urnas, dicen que dicen– se parecen un poco al cronometraje de una carrera que está en marcha, pero que aún no ha concluido y, por lo tanto, no tiene ganador. La verdadera «foto finish» la suministra siempre la urna, que es la que señala al vencedor: el competidor que con cualquier parte de su tronco alcanza el plano vertical de la línea de meta. Todo lo demás, son mediciones manuales que nos dan idea de quién va a la cabeza, pero que no establecen de manera irrevocable su triunfo. Puede pasar que a pocos metros de la línea de meta, un corredor que parecía aventajado se caiga y se rompa una pierna, de forma que lo más probable es que se alce con el trofeo el que le pisaba los talones. Eso mismo le ocurrió al PP el 11 de marzo de 2004. Tropezó, se lesionó gravemente. Perdió a lo grande.
Así que, con todos los respetos debidos por la ciencia estadística, nunca hay que olvidar que las Variables Independientes –jefas macarras del Grupo Mixto del Azar y con tantas voces como votos– juegan un papel decisivo a la hora de determinar el futuro.
Resulta sorprendente que, al bajón que ha dado el PSOE en intención de voto (en las encuestas, recordemos), se le denomine eufemísticamente «la desmovilización del voto de la izquierda». Desmovilizar significa «licenciar a las personas o a las tropas movilizadas» (que cada uno saque las conclusiones que le parezca respecto a la palabra «tropas»). Mientras que «movilizar» puede entenderse por «poner en actividad o movimiento», o bien como «convocar, incorporar a filas, poner en pie de guerra tropas u otros elementos militares». ¿Por qué se habla del votante del PSOE en términos castrenses? Estoy convencida de que mucha gente de bien, con buena voluntad y mejores intenciones, vota al PSOE. Y no creo que esas personas se «desmovilicen» sino que sencillamente se niegan a apoyar al socialismo cuando los gobernantes del PSOE se comportan como una pandilla de desastrosos ineptos. Ése es, quizás, el secreto de que el PSOE haya oscilado entre los 11 y los 7 millones de votantes a lo largo de las últimas décadas.
(Ojo: dicen que el político más valorado es Rubalcaba. Como lo fue la vicepresidenta De la Vega, y miren con qué bonita patada la defenestró Zapatero, bajándole los humos…).
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