Cataluña
«Hemos retrocedido cuarenta años»
Barcelona- Pasaban las once y media de la mañana. El hemiciclo estaba bien definido. En la parte de abajo, los diputados que decidirían el futuro de la Fiesta y de muchos corazones y en la parte de arriba, a la izquierda, los antitaurinos con el argentino Leonardo Anselmi, de la plataforma Prou!, a la cabeza, y a la derecha, los taurinos, con el torero Serafín Marín en primera línea. Entre unos y otros, un «no hay billetes» de prensa y acreditados de distintos países. Se palpaban las antípodas en las posiciones. Los discursos de los políticos mostraron escaso relieve intelectual y mucho hincha de la mentira, cuanto más grande más ovación. Gustó la tesis de la morfina que se inyectaba al toro bravo, ¿dónde estará la verificación? Tras escuchar a unos y a otros y a un Albert Rivera preciso en el discurso, llegó la hora de la verdad. Una mayoría quiso votar en contra de la Fiesta de los toros. Rompieron a llorar los antitaurinos de emoción y apenas podían moverse de las sillas los que sabían que acababan de robarles siglos de historia a su ciudad, además de gran parte de su libertad. Al torero Serafín Marín, acostumbrado a vérselas delante del toro, se le notó abatido. Se echó las manos a la cara, tapada la cabeza, herido el orgullo de ciudadano catalán, libre y torero, y salió de la sala tan raudo que no hubo quien lo pillara. Con cierto reposo, habló después con LA RAZÓN: «Se creen que hemos dado un paso adelante y en realidad hemos retrocedido cuarenta años. Me han prohibido mi profesión y me siento incómodo viviendo aquí. Que si la bandera de los taxistas por ganar el Mundial de fútbol, que si las bailarinas... Siento impotencia. Al entrar al Parlamento e ir a saludar a una amiga, una mujer me decía al acercarme, en catalán claro, «qué asco, qué asco», ¡porque estaba cerca! ¡Esto es de locos, hombre! Debería haber intervenido el Gobierno, pero se ha escondido, como hace siempre el PSOE, y esto encima tiene un coste para los catalanes, porque hay que indemnizar con 300 millones de euros al dueño de la plaza», afirma el torero. No era el único que estaba desolado. A las afueras esperaban más taurinos y algunos alumnos de la escuela taurina, como Alejandro de Benito: «Es una gran mentira que esto sea por el animal. ¿Qué pasa con los ‘‘correbous''? Yo seguiré luchando y llevaré el nombre de una Cataluña en la que quiero creer a pesar de que los políticos hagan que esto parezca una dictadura». Luis Corrales, desde la Plataforma para la Promoción y Difusión de la Fiesta, apuntaba: «Nos sentimos traicionados por CiU. Llevaremos a cabo las acciones políticas y jurídicas, pero siento tristeza, porque antes era una ciudad libre y hoy no lo es. Han cambiado muchas cosas al votar en clave política». El científico Jaume Josa no podía ocultar su consternación: «Ahora vemos en manos de quién estamos. Cataluña ha perdido. La imagen que estamos proyectando dista mucho de un ideal. Pero lucharemos y esto puede quedar invalidado».
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