Colonia

El Vaticano II una brújula en mar abierto

El Papa abre hoy el Año de la Fe, 50 años después del gran Concilio de la Iglesia

El Papa, ayer, durante la audiencia en la Plaza de San Pedro, donde comparó el Concilio Vaticano II con «un gran fresco» que reflejó la universalidad de la Iglesia
El Papa, ayer, durante la audiencia en la Plaza de San Pedro, donde comparó el Concilio Vaticano II con «un gran fresco» que reflejó la universalidad de la Iglesialarazon

CIUDAD DEL VATICANO-Hoy hace 50 años daba comienzo el que probablemente ha sido el evento más importante para la Iglesia católica en el siglo pasado: el Concilio Vaticano II. Sin aquella multitudinaria asamblea que duró tres años, que fue comenzada por un Papa (Juan XXIII) y concluida por su sucesor (Pablo VI), no puede entenderse la forma de vivir hoy la fe católica. Benedicto XVI, quien participó en el Concilio como joven teólogo, ha subrayado la importancia de este aniversario haciéndolo coincidir con el inicio del Año de la Fe, una iniciativa llamada a reactivar la misión de la Iglesia, a renovar las raíces de las creencias de los católicos y a volver a proponer los grandes textos que dejó el Vaticano II.

El Pontífice dedicó la catequesis de su audiencia general de ayer a recordar «aquel gran evento». «Hace falta volver a los documentos del Concilio Vaticano II. Son, también para nuestro tiempo, una brújula que permite que la nave de la Iglesia siga en mar abierto, en medio de tempestades o de olas calmas y tranquilas, para navegar segura y llegar a la meta», dijo el Papa. Aquellos textos nos permiten acercarnos a la asamblea ecuménica como si se tratase de «un gran fresco, pintado en la gran multiplicidad y variedad de elementos, bajo la guía del Espíritu Santo».

Esta mañana, en la misa que presidirá para dar inicio al Año de la Fe en la plaza de San Pedro del Vaticano, Benedicto XVI recordará hasta con la propia organización de la ceremonia la que tuvo lugar el 11 de octubre de 1962 para abrir los trabajos del Concilio Vaticano II.

Junto al Papa, concelebrarán los padres sinodales que están participando en el sínodo sobre la nueva evangelización que comenzó el pasado fin de semana, los presidentes de todas las Conferencias Episcopales y los padres conciliares que aún siguen vivos y cuya salud les ha permitido viajar hasta Roma. Estarán en la plaza de San Pedro 14 de los 70 participantes en el Vaticano II que aún no han fallecido, según explicó el arzobispo italiano Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.

Monseñor Fisichella adelantó que la ceremonia de hoy con la que comienza el Año de la Fe estará llena de señales que evocan la asamblea eclesial de hace medio siglo. «Al inicio de la misa se leerán algunos pasajes de las cuatro constituciones que marcaron los trabajos del Concilio y la renovación de la vida de la Iglesia. A continuación se repetirá la larga procesión que en el imaginario colectivo lleva a 1962», dijo el arzobispo. La procesión de hoy, emulando a aquella histórica de hace 50 años en la que participaron los cerca de 2.500 obispos con que contaba entonces la comunidad católica, estará formada por todos los prelados que concelebrarán con Benedicto XVI.

Durante su audiencia de ayer, el Papa recordó cómo fue su participación en los trabajos del Concilio. «Yo era entonces un joven profesor de Teología Fundamental en la Universidad de Bonn y fue el arzobispo de Colonia, el cardenal Frings, el que me llevó con él a Roma como su asesor teólogo. Después fui también nombrado perito conciliar. Para mí fue una experiencia única: después de todo el fervor y el entusiasmo de la preparación, pude ver una Iglesia viva que seguía la escuela del Espíritu Santo, el verdadero motor del Concilio», comentó Benedicto XVI. «Raras veces en la historia se ha podido como entonces casi tocar concretamente la universalidad de la Iglesia».

Además de en la audiencia general, el Pontífice también brindó su recuerdo del Concilio en un artículo publicado en un detallado número especial que «L'Osservatore Romano», el diario de la Santa Sede, ha realizado con motivo de este aniversario. El especial, del que «L'Osservatore» ha editado 40.000 copias, está también disponible en lengua española. El texto inédito del Papa será luego recogido en un libro de próxima publicación donde podrán encontrarse todos sus escritos sobre el Concilio.

«Fue un día espléndido aquel 11 de octubre de 1962, en el que, con el ingreso solemne de más de dos mil padres conciliares en la basílica de San Pedro en Roma, se inauguró el Concilio Vaticano II», comienza Benedicto XVI su artículo, escrito como si se tratase de un cronista. Ratzinger se permite incluso dar cuenta de sus sentimientos, algo poco habitual en él: «Fue emocionante ver entrar a los obispos procedentes de todo el mundo, de todos los pueblos y razas: era una imagen de la Iglesia de Jesucristo que abraza todo el mundo, en la que los pueblos de la tierra se saben unidos en su paz». También da la gracias por haber tenido la oportunidad de participar activamente en la asamblea ecuménica, recordando una vez más a quien le llevó a Roma. «En el cardenal Frings tuve un "padre"que vivió de modo ejemplar este espíritu del Concilio. Era un hombre de gran apertura y amplitud de miras, pero sabía también que sólo la fe permite salir al aire libre, al espacio que queda vedado al espíritu positivista».

 

El ambiente de la época prestación
Benedicto XVI escribe en el número especial de «L'Osservatore» sobre la situación de la Iglesia de entonces: «Aleteaba en el aire un sentido de expectativa general: el cristianismo, que había construido y plasmado el mundo occidental, parecía perder cada vez más su fuerza creativa. Se le veía cansado y daba la impresión de que el futuro lo decidían otros poderes espirituales».