Jorge Fernández Díaz
Queridos jóvenes
Queridos jóvenes:
Esta carta que os dirijo se resume en dos palabras: felicitación y agradecimiento. Por vuestra generosidad y por vuestra alegría.
Generosidad por el esfuerzo y el sacrificio que significa acudir a este encuentro viniendo de los cuatro puntos cardinales del planeta. Algunos venís de cerca, otro venís de países muy lejanos, pero todos habéis hecho un paréntesis en vuestras vacaciones para compartir junto al Papa Benedicto XVI y a centenares de miles de jóvenes como vosotros una experiencia inolvidable. Tan inolvidable que muchos de vosotros ya sois habituales de estos encuentros porque en ellos habéis vivido personalmente el acercamiento con Jesucristo.
Gratitud también por vuestra alegría. Si hay un rasgo que caracteriza de manera particular estas Jornadas que congregan a multitud de jóvenes como vosotros de todas las culturas, lenguas, razas y naciones es vuestra alegría contagiosa, que hunde sus raíces en vuestra íntima convicción de saberos hijos del mismo Padre.
Vuestra generosidad y alegría trasmiten a todo el mundo un mensaje de esperanza de la que tan necesitada esta nuestra sociedad global.
Sois jóvenes que miráis al futuro con vuestras preocupaciones personales, familiares, académicas y profesionales especialmente agudas en estos tiempos. Pero estas contradicciones no os llevan a la desesperanza sino que os ponéis en movimiento alegres y confiados en que pese a todo hay motivos para la esperanza que tiene un nombre: Jesucristo.
Por último, quiero expresar mi gratitud también por el ejemplo que dais al mundo con vuestra actitud y vuestro comportamiento.
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