Iglesia Católica
Impaciencia y nervios entre quienes han sentido «la llamada»
La fe volvió a mover montañas. Casi 200.000 católicos abarrotaron ayer la madrileña plaza de Cibeles para escuchar la predicación de Kiko Argüello, la última fiesta del catolicismo con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Entre cánticos, bocinas y numerosas banderas de países de los cinco continentes, «los Kikos» expresaron su habitual espectáculo, que cada vez congrega a un número mayor de fieles.
Las altas temperaturas que se registraron no fueron impedimento para que la cita fuera un éxito rotundo. Los argentinos, el grupo más numeroso, animaba esta fiesta con canciones. En el lado opuesto, los chinos, uno de los territorios que Argüello ha llamado a evangelizar, prestaban atención al evento con un riguroso silencio.
Las más de cuatro horas que duró el acto fueron un auténtico suplicio para quienes esperaban con ansia el momento de las vocaciones. «Estoy preguntando a los voluntarios si van a habilitar zonas especiales para los que queramos subir al escenario», comentaba José Antonio muy nervioso. No era para menos. Cuando Kiko Argüello, el maestro de ceremonias, presentó esa parte del acto, todos los asistentes que han sentido la llamada de Dios protagonizaron el momento más llamativo del evento. Miles y miles de personas, primero hombres y después mujeres, se agolparon en el escenario para que los obispos les bendijeran, en lo que supone un paso más hacia una vida vocacional.
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