Esta gata fue «la única que se dejó coger» de toda su camada. Quizá porque estaba «malilla» y quería que la cuidasen. Nació hace cuatro años, en Córdoba, de donde es Laura, una joven que ahora vive en Madrid. Como siempre había tenido animales en casa y los adora, aprovechó una visita a casa de sus padres para hacerse con una mascota, pues una amiga le había dicho que una gata había parido cerca de su trabajo. Así que no se lo pensó, y adoptó a Gucci. Con ella su salud mejoró, aunque es un poco bizca, lo que le ha hecho popular entre los amigos de Laura, quien habla mucho de ella. Desde entonces, siente que tuviera un hijo. «La quiero como si fuese su madre. Cuando me voy a Córdoba, con su cesta, su comida... es tanto como ir con un bebé», cuenta su dueña. «Cuando era un cachorro me rompía las cortinas, me destrozaba las cosas de los cajones si me los dejaba abiertos, incluso mataba pájaros y me los dejaba en la cama», recuerda entre risas, aunque en su día le supuso «un quebradero de cabeza». La compañía que Gucci da a Laura compensa todos los desarreglos que su mascota le ha provocado.