Bruselas
El Gobierno bate el récord de embajadores nombrados «a dedo»
El Gobierno de Zapatero cuenta con el récord de cargos políticos al frente de legaciones clave. En este momento hay un total de ocho plazas ocupadas por no diplomáticos, el mayor número de toda la democracia y una cifra muy superior a la media europea.
Los últimos nombramientos «a dedo», el representante permanente ante la UE (Luis Planas, ex embajador en Rabat) y la embajadora española en Bruselas (Silvia Iranzo), han colmado la paciencia de la Asociación de Diplomáticos Españoles (ADE), que se ha decidido a denunciar esta situación irregular de forma pública.
Según la agrupación mayoritaria de funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores, «no existen razones objetivas en términos de experiencia profesional que justifiquen estos nombramientos». La queja de la ADE se produce en un momento en el que la proliferación de este tipo de pago de favores «trastoca las expectativas de carrera profesional de los funcionarios especialmente formados por el Estado para tal función».
El recién elegido presidente de la ADE, Francisco Montalbán, asegura a LA RAZÓN que «lo único que reclamamos es poder ejercer nuestra profesión y nuestra carrera, ya que estamos formados por el Estado para representar a España y defender sus intereses».
Aunque esta irregularidad no es denunciable jurídicamente, ya que son puestos sometidos a la «discrecionalidad» del Ejecutivo, Montalbán considera que este Gobierno «ha rebasado la cifra admisible» de designaciones arbitrarias para premiar lealtades políticas. Otro caso que llama la atención es de la legación diplomática de Corea del Sur, cuyo jefe de misión, en este caso un diplomático, ha vuelto a ser nombrado después de haberse jubilado a los 70 años. La crisis económica que sufre España hace aún más necesario, según dicha asociación, que el Estado emplee a los diplomáticos «a los que paga en momentos de debilidad presupuestaria».
El embajador Erik Martel, antiguo presidente de la asociación mayoritaria profesional de la carrera diplomática, recuerda que cuando estaba en activo algunas carreras diplomáticas –como la italiana– amenazaban a sus respectivas administraciones con la huelga en caso de que un solo puesto de embajador fuera a parar a uno de esos políticos cesantes.
Martel considera que «hay casos y situaciones muy señaladas donde resulta comprensible el nombramiento de una persona de la especial confianza del jefe del Ejecutivo, pero se debe tratar de una excepción excepcional a la regla». Según dijo a este periódico, «en España últimamente ninguno de los nombramientos políticos parece responder a razones de excepcionalidad. Más bien parece tratarse de prebendas para militantes que no interesa arrumbar del todo y que carecen de la mínima preparación para el desempeño de ese puesto».
Lo cierto es que las especifidades de la carrera diplomática, en la que se impone el dominio de idiomas, deberían alejarla del intrusismo, tal y como ocurre en otros estamentos como el militar.
Montalbán reconoce que no encuentra explicación al aumento de puestos políticos en plazas como Bélgica o Argentina, que siempre han sido para diplomáticos, ya que «nosotros hemos sido seleccionados y formados» por el Gobierno tras una oposición que se considera de las más duras. «Actualmente hay hasta 400 diplomáticos con más de 20 años de experiencia y muy cualificados» para estar al frente de dichas legaciones, añade el presidente de ADE.
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