Ottawa

Ni un diputado pro vida en el parlamento de Quebec

Un 20 por ciento de los quebequeses va a misa con cierta frecuencia; en 1955 era más del 80 por ciento

El cardenal Oullet (a la izquierda) y el arzobispo Prendergast (derecha), unidos frente a la clase política canadiense
El cardenal Oullet (a la izquierda) y el arzobispo Prendergast (derecha), unidos frente a la clase política canadienselarazon

El pasado día 19, todo el Parlamento de Quebec en bloque votó a favor de una declaración abortista que insistía en «el derecho de las mujeres a su libre elección y a servicios de aborto gratis y accesibles». Votaron a favor 109 diputados, y ninguno en contra. ¿Qué motivó esta declaración en un país que lleva 40 años de aborto libre? La causa está en la Marcha por la Vida del pasado día 13 en Ottawa. Asistieron unas 12.000 personas, como en el año anterior, pero recibió mucha más atención por parte de la prensa que en ediciones anteriores. Allí había numerosos evangélicos, anglicanos conservadores, ortodoxos y un buen número de obispos católicos: el arzobispo de Ottawa, los obispos de Quebec, Ontario, Kingston y el auxiliar de Toronto, el obispo de los católicos ucranianos de Toronto, el obispo del rito bizantino eslovaco de Canadá, el obispo del rito griego de Canadá y el obispo de los anglocatólicos canadienses, grupo que está a punto de entrar en la Iglesia Católica en bloque.Tres días después, en Montreal, el cardenal de Quebec y Primado de Canadá, Marc Oullet, expuso en una convención pro vida la postura católica, contraria a todo aborto, incluso en caso de malformación o violación. No dijo nada nuevo, pero la Prensa respondió con titulares indignados. Un debate sin cerrarEl presidente de Quebec, Jean Charest, declaró que el tema del aborto «está cerrado y no hay vuelta atrás». Para demostrarlo, la diputada Carole Poirier, del nacionalista Parti Qébécois, presentó la moción en el Parlamento de Quebec a favor del aborto, con su aplastante resultado. Pero el cardenal Oullet, arropado por el arzobispo Terrence Prendergast, de Ottawa, insistió el día 26 en que «el debate del aborto está vivo», y pidió que incluyese «una campaña de concienciación y programas de ayuda a las mujeres en dificultades».Quebec, región francófona que en 1955 contaba con más de un 80 por ciento de población que asistía a la misa semanal, en el año 2000 apenas registraba un 20 por ciento de católicos practicantes. Pese a su situación de minoría, el cardenal Oulet no se deja acallar.