El Cairo
Una vuelta de tuerca
Démosle un desilusionado voto de confianza al tiempo: lo que no ha ocurrido en 62 años es poco probable que ocurra ahora. A lo largo de la asendereada existencia de Israel ha habido más de 40 planes de paz, sin contar el de Zapatero. Sin embargo las negociaciones de paz son un periódico ritual del que ninguno de los implicados, y menos que nadie EE UU, puede prescindir. Hay que hacer como que se hace, de cara a muchas audiencias, y el enciclopédico desconocimiento de políticos que alcanzan el poder a bajo cero en experiencia exterior les permite el lujo de hacerse ilusiones.
Y en ésas está ahora Obama, cuyo prestigio en el mundo islámico ha caído en picado desde el discurso de El Cairo, a pesar de los muchos desplantes hechos a Israel, con vistas a apretarle las tuercas y «equilibrar» la balanza. Ya ha tenido parcialmente que envainársela, porque detrás está el coco, nada ficticio, de un Irán nuclear, que ya se ve que no se previene con buenas palabras y que desbarata todas sus concepciones medio-orientales.
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